Sobre sus piernas un sarape la cubría, un suéter y un chaleco la abrigaban de esta fría sala
Una de sus hijas le prometió a María de Jesús Mundo que regresaría por ella, ante el temor de que su hija regresará y ella no estuviera decidió vivir en la terminal esperando ese regreso que se volvió eterno, nunca regresó, doña María de Jesús de 80 años de edad hoy falleció en la sala de espera de la terminal de autobuses CAPU.
La imagen de la viejecita con su cabello blanco, su cuerpo encorvado, sentada en una fila de bancas de aluminio ya sin vida conmovió hasta las lagrimas a cientos de pasajeros que aguardaban su salida de autobús a otras ciudades.
Sobre sus piernas un sarape la cubría, un suéter y un chaleco la abrigaban de esta fría sala. En esta fría sala junto a ella hay una Coca Cola, algo de comida, un cartón y pañales, todo se lo regalaban otros pasajeros que a diario usan esa terminal. Vivía de la caridad de la gente.
Hoy el corazón de María de Jesús Mundo de 80 años de edad también se cansó de esperar. El reporte premilinar es que falleció de causas naturales. La zona fue acordonada esta noche de jueves con cintas amarillas por parte de la Policía Auxiliar, esperan que los peritos de Fiscalía de Puebla realicen el levantamiento del cadáver correspondiente.
LA HISTORIA
Maria de Jesús Mundo tenía 80 años de edad vivía en la CAPU desde hace tres años con la esperanza de que sus hijos un día regresarán por ella.
Desde el 2022 en redes sociales empezó a circular la historia de una abuelita que vivía en la terminal ubicada al norte de la ciudad de Puebla.
“No tengo casa”, le dijo a una chica que le lleva algo de comida, a veces le regalaban una torta, pan, un refresco, leche, pañales de adulto, vivía de las dadivas. Dijo ser originaria de Tehuacán.
Periodistas publicaron muchas veces sus fotos en la sala de espera, pero jamás hubo una respuesta de su familia o de las autoridades.
María Jesús relató que fue madre de tres hijos, el mayor se llama Víctor Manuel Rivas Mundo y está en Estados Unidos, su hija Marina Guadalupe y Alma Rivas Mundo vive o vivía en Cuautlancingo.
La abuelita, como cariñosamente la llamaban sus vecinos los pasajeros nunca se quiso ir de la terminal CAPU: “se que mi familia vendrá por mi y deben encontrarme aquí, esa era la única esperanza que la mantenía viva, esta noche también murió esa esperanza.
Otro ejemplo del amor de una madre para sus hijos fue esperarlos hasta la muerte. Ellos pagaron con ingratitud.