Recorren más de mil 300 kilómetros para llegar a la Basílica de Guadalupe
Con profunda devoción y la mirada puesta en el Tepeyac, el grupo de peregrinos Antorcha San Antonio, encabezado por Luis Antonio Santiago Argüello, partió el pasado 30 de noviembre desde Tzimol, Chiapas, para recorrer más de mil 300 kilómetros hasta la Basílica de Guadalupe, en uno de los trayectos guadalupanos más largos del país.
Tzimol, cuyo nombre en náhuatl significa “Perro Viejo”, es una comunidad donde la tradición religiosa se hereda y se vive con intensidad. Para don Luis, esta peregrinación forma parte de una historia familiar que se ha mantenido por generaciones. “La fe mueve montañas”, expresa al recordar que, aunque el recorrido implica riesgos y cansancio, el compromiso espiritual impulsa a todo el grupo a continuar.
Una travesía de resistencia y devoción
Durante quince días, los integrantes de esta antorcha se enfrentan a jornadas de sol, lluvia, frío y agotamiento. Cada mañana significa reorganizar sus pertenencias y ajustar el paso para seguir avanzando, aun cuando el cuerpo reclame descanso.
"El camino es duro, pero todo esfuerzo vale la pena cuando se trata de cumplirle a la Virgen”, coinciden los peregrinos.
Su misión es llegar al altar de la Virgen de Guadalupe para encender la antorcha que llevarán de regreso a Tzimol. La fecha de retorno también es inamovible: deben estar de vuelta el 12 de diciembre al mediodía, sin importar las condiciones del clima.
“Lluvia, sol o frío… tenemos que llegar ese día”, afirma don Luis con determinación.
Puebla, un punto clave en su trayecto
A lo largo de su camino, el grupo realiza varias paradas estratégicas para descansar, y uno de los puntos que tradicionalmente eligen es el estado de Puebla. Este año, su pausa principal fue en el municipio de Amozoc, donde compartieron su experiencia durante una entrevista. Ahí aprovechan para reponerse, revisar víveres y preparar la siguiente etapa del trayecto rumbo al centro del país.
Mayor vigilancia en carreteras
Los peregrinos reconocen que este año han observado un incremento en la presencia de elementos de seguridad en los tramos más transitados. Destacan que la Guardia Nacional, la SEDENA y las policías estatales mantienen retenes y patrullajes constantes.
"La seguridad ahí está; se ve mucho movimiento”, comentan, aunque también cuestionan si este reforzamiento es temporal por la temporada guadalupana, pues los viajeros frecuentes suelen enfrentar revisiones exhaustivas.
Un símbolo que une a todo un pueblo
Para la antorcha de Tzimol, cada kilómetro recorrido representa una promesa, un agradecimiento o una petición. Lo que podría parecer una hazaña imposible se convierte en un acto de fe que fortalece los lazos comunitarios y mantiene vivas las tradiciones de su tierra.
Así, entre plegarias, cansancio y esperanza, los peregrinos chiapanecos continúan avanzando hacia el Tepeyac. Su antorcha no solo llevará fuego, sino también el sentimiento de toda una comunidad que se une alrededor de la Virgen de Guadalupe en uno de los actos de fe más significativos del mes de diciembre.
