La editorial escribe Jesús Olmos
No se borran, se acumulan los agravios que la gente lee de quienes integran la clase política gobernante.
El ex presidente Enrique Peña Nieto no cayó en un día, no amaneció la gente una mañana pidiendo que el PRI no regresara nunca a la presidencia, fue un proceso de descomposición de personajes con conductas injustificables.
Primero fue un gobernador y luego otro, luego un senador y luego otro, también fue un diputado y un dirigente partidista y luego todo el sistema que había gozado de amplia popularidad terminó por irse para abajo.
Ahora, justificar las ausencias de Cuauhtémoc Blanco por el pádel, las respuestas cínicas de Gerardo Fernández Noroña, los excesos de Adán Augusto y sus secuaces, los arranques de gobernadores y gobernadoras ante la tragedia y tantas otras cosas, no pasan desapercibidas para un pueblo altamente politizado.
@Olmosarcos_
