La editorial escribe Jesús Olmos
No basta con el bautismo político, con la unción clarificadora o con el aura renovada del cambio de partido, eso es lo que demuestra la calderonización de Adán Augusto López Hernández, senador por Morena.
El tema expone que son necesarios muchísimos más candados que el simple nombre o la posición política, para saber a ciencia cierta que alguien está curado de ese mal de la corrupción que tan fácil aqueja a quienes gobiernan en este país.
Adán Augusto extendió sus tentáculos en Puebla y en Veracruz, dos entidades donde asomó una nueva oleada de la criminalidad, donde tejió alianzas ominosas y donde quedaron exhibidas las falencias de los filtros morenistas incluso entre sus propios miembros que se presumen “fundadores”.
Los tiempos de la homilía y el catequismo quedaron atrás, deberán ser tiempos de acertividad y de mecanismos que le den vigencia al titubeante eslogan “no mentir no robar y no traicionar al pueblo”.
@Olmosarcos_