Piso 17 escribe Álvaro Ramírez Velasco
En casa y en el extranjero, Donald John Trump ha abierto frentes de guerra, pero sin que en ellos se advierta una estrategia o una meta bien definidas, al menos en lo que se refiere en la recuperación de la legitimidad que ha venido perdiendo como presidente, en apenas seis meses de su regreso a la Casa Blanca.
Bombardeos contra Irán para entrar, con una “operación quirúrgica” al conflicto bélico del lado de Israel, con el argumento de atajar posibles ataques iraníes con armas nucleares.
La guerra ha sido siempre la vía de legitimación de los presidentes estadounidenses a veces con éxito y otros con rotundos fracasos, con el costo de millones de vidas. Vietnam es el más grave y penoso ejemplo.
En tanto, Trump ya ha ordenado, desde su regreso a la presidencia el 20 de enero pasado, 111 acciones de redadas, sobre todo las últimas de alcance masivo, para arrestar por todo el país a casi seis mil indocumentados -5 mil 719 personas es la cifra exacta hasta el recuento del 6 de junio-, lo que le ha dejado la severa animadversión de muchas comunidades y más de dos mil protestas casi simultáneas por toda la Unión Americana, hace un par de semanas.
De los arrestados por el ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, en español) mil 154 son mexicanos y mexicanas; 222 tan solo hasta el recuento al 6 de junio que tiene la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
Esas dos guerras, contra Irán y contra la comunidad migrante indocumentada en la Unión Americana, le han generado a Donald una disputa intensa y de pronósticos imprevisibles contra la oposición en su país.
Comencemos por el tema de los migrantes: los 23 gobernadores emanados del Partido Demócrata han descalificado el uso de la Guardia Nacional, por parte de Trump, sin sustento constitucional, para acallar las protestas por las redadas masivas. Le han llamado, con sobrados argumentos, “fascista”.
Congresistas demócratas que se han opuesto abiertamente a las redadas masivas han sido detenidos.
En su afán de aplastar también a la oposición en este tema, Donald John ha entrado en disputa y debate directo con el gobernador de California, Gavyn Newsome, convirtiéndolo para este caso en el símbolo combativo republicano y en el defensor de la comunidad migrante.
Newsome es ya un demócrata presidenciable, indirectamente ungido así por el propio Donald.
En Estados Unidos hay alrededor de 4.8 millones de mexicanos y mexicanas indocumentados.
En este sentido, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha salido a defender en reiteradas ocasiones a los paisanos y a los paisanas. Ese es un frente diplomático que también mantiene abierto Trump, aunque gracias a la prudencia de la presidenta mexicana y al oficio de su equipo en la Cancillería, se mantiene en el terreno del debate retórico, con una permanente posibilidad de solución por la vía del diálogo.
En cambio, en su disputa con la oposición en su país pareciera que ya ha salido el último tren y el siguiente y único paso que se vislumbra es una disputa legislativa que lo pudiera llevar al juicio político.
Primero, esa posibilidad existe en el tema de los migrantes, por la utilización sin sustento constitucional de tropas de la Guardia Nacional para acallar las protestas en varias entidades de la Unión Americana, especialmente en California.
Pero además, en donde la oposición ha encontrado una mayor fuerza para llevar al banquillo de los acusados a Donald John Trump es la declaración de guerra, en los hechos, inconstitucional, por no haber consultado al Congreso. Esa falta constitucional del presidente estadounidense se ve más clara y más grave.
Desde la distancia de este lado del Río Bravo, de botepronto no se ve una estrategia bien armada ni administrada del presidente republicano en estas, sus guerras en distintos frentes.
Una hipótesis sencilla de discernir sería que con todos estos casos está buscando recuperar su base social, aquella que votó por él en noviembre pasado y que lo llevó de nuevo a la Casa Blanca, en donde despacha desde el pasado 20 de enero.
Sin embargo debiéramos suponer que es mucho más que eso.
Por supuesto que las guerras para Estados Unidos siempre han representado una prioridad económica, desde los energéticos, pasando por un control regional, y llegando incluso a un tema expansionista de facto.
Sin embargo, se requiere de un mayor análisis a profundidad para discernir a Trump.
Las guerras del magnate dejarán damnificados por todos lados.
Y en lo peor de la proyección, es que apenas han transcurrido 6 meses de su segundo mandato.
Lo peor puede estar por venir.
@Alvaro_Rmz_V