Piso 17 escribe Álvaro Ramírez Velasco
La permanencia de Adán Augusto López Hernández al frente del Grupo Parlamentario de Morena en el Senado de la República es insostenible, es imprudente y es devastadora para el discurso de honestidad y los principios de la Cuarta Transformación (4T).
Es impensable que Adán no supiera de las andanzas de Hernán Bermúdez Requena, quien fue su titular de Seguridad Pública, cuando fue gobernador de Tabasco, del 1 de enero de 2019, al 26 de agosto de 2021.
Hernán –que hoy se sabe está vinculado a “La Barredora”, grupo delictivo de alta violencia– y Adán fueron muy buenos amigos, desde mucho tiempo atrás; en Tabasco es muy conocido que hicieron negocios juntos, que operaron políticamente juntos, que fueron socios en lo público y lo privado para muchos asuntos.
Adán es un lastre para la 4T nacional y, si las autoridades lo hallan culpable, en algún grado, de los delitos que se le achacan a Bermúdez, será estigma indeleble para el actual régimen. Es una vergüenza.
Aunado a todo lo anterior, no hay que olvidar el comportamiento majadero, desafiante y como un obstáculo permanente, que ha representado el tabasqueño y su grupo para la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, en la Cámara Alta del Congreso de la Unión.
Más de una vez ha quedado claro que Adán y los suyos no respetan la investidura de la doctora, que pretenden marcar una agenda propia desde el Senado y que juegan a sus propios intereses, políticos y económicos, por encima y, literalmente, dando la espalda a ella y al Gobierno de México.
La arrogancia de Adán y su pequeño grupo de enanos de pensamiento es insoportable. Bien se sabe en los círculos del poder y del Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
Adán es de una petulancia inaudita, como bien se sabe que es, con un tono personal harto insoportable –es descripción, no violencia de género–, el poblano Moisés Ignacio Mier Velazco, quien en el Senado funge como su vicecoordinador y en la vida y los negocios, como su socio.
Mier, cuyo hijo enfrenta aún procesos que no se han extinguido por hechos de sangre e inseguridad en Tecamachalco, cuando fue alcalde, ha dependido en los últimos años de Adán.
A él se encomendó cuando pretendió ser candidato de Morena a la gobernatura; a él le debe las encomiendas recientes, aunque antes la de coordinador en San Lázaro, se la debió a su también amigo y socio, hoy alejado de él, Mario Martín Delgado Carrillo, actualmente secretario de Educación Pública (SEP).
Moisés, siempre ha conseguido así los puestos, los negocios y los ascensos, con base en el compadrazgo y en las complicidades.
Ayer, justo cuando la presidenta del Comité Ejecutivo Nacional de Morena, Luisa María Alcalde Luján, advirtió desde la Tribuna del Consejo Nacional, que su partido no va a proteger a nadie, sea o no sea militante, Moisés Ignacio se fue a sacar la foto con Adán.
En la semana, la presidenta Sheinbaum también desde la Mañanera del Pueblo lanzó una advertencia severa a Adán Augusto: tiene que dar su versión sobre los hechos delictivos de quién fue su mano derecha en la seguridad pública de Tabasco, Hernán Bermúdez Requena. Y remató: “no vamos a proteger a nadie”.
Adán no es bien visto en Palacio Nacional por su majadería, su petulancia, su soberbia, su presunta corrupción, su incapacidad de hacer una defensa ideológica de la 4T y hasta por sus pecados románticos, públicamente conocidos, y que públicamente avergüenzan a los morenistas.
El ahijado tampoco tiene buena puntuación, ni en Palacio, ni en Bucareli, ni en Puebla… tal vez en ningún lugar del país… ni del planeta.
@Alvaro_Rmz_V