La delincuencia toca a las puertas de Morena

La delincuencia toca a las puertas de Morena
Fernando Maldonado
Parabólica

Parabólica.MX escribe Fernando Maldonado

Nadie en el oficialismo lo va a decir. Hacerlo público es políticamente incorrecto y nadie nunca sabe cuándo se podrá requerir de sus favores políticos.

Pedro Haces, el dirigente de la CATEM y Adán Augusto López Hernández, coordinador de los senadores de Morena son directamente responsables de nutrir la narrativa sobre la supuesta existencia de un “narco gobierno”.

La aprehensión de un operador financiera y presunto responsable del delito de extorsiones al servicio de los Mayos, Edgar Rodríguez “El limones” en Durango y llevado a la Ciudad de México, y la de Hernán Bermúdez Requena, líder de la Barredora en Tabasco son ejemplos de la porosidad que existe en el partido que se erigió como la autoridad moral de la política nacional: Morena.

“El limones” fue hasta su detención una figura clave en la organización de Pedro Haces, un coequipero de Ricardo Monreal en San Lázaro, antítesis de los principio de la izquierda en México.

Una legisladora federal definió en alguna ocasión a Haces, como el Eukid Castañón del zacatecano Monreal, por las formas que suele utilizar para persuadir a adversarios políticos, incluso dentro de la bancada del Movimiento de Regeneración Nacional.

En el entorno cercano a la oficina presidencial se le tiene como un impresentable al que hay que mantener a raya, lejos de los auténticos cuadros del movimiento originario para evitar cargar con la mácula que distingue a este dirigente sindical que jamás cargó con las penas que suele padecer la clase obrera.

Junto con López Hernández, quien como gobernador de Tabasco designó a Bermúdez Raquena al frente de la Secretaría de Seguridad siendo líder de una cruenta agrupación criminal, son cargas pesadas para quien aún intenta limpiar la escena pública.

El personaje que ahora cobró notoriedad “El limones”, que apareció en múltiples fotografías con Pedro Haces y Bermúdez Requena son quienes han propiciado que en el imaginario colectivo anide la idea de que el gobierno tiene acuerdos o vínculos con cárteles en el país.

El reto parece descomunal para la nueva clase gobernante: establecer aduanas eficaces para impedir que en procesos de selección interna de 2026 personajes como Adán Augusto -cercanísimo a Andrés Manuel López Obrador-  y Pedro Haces -apadrinado por Monreal- se infiltren.

La existencia de este par de perfiles ayuda inmerecidamente a una oposición habida de golpear a la 4T, y es entendible, porque la función opositora es eso: hacerla de dique a los grupos que detentan el gobierno.

El riesgo cobra una dimensión mayúscula cuando la base electoral, aun mayoritaria, vive el proceso del desencanto y la pérdida de la confianza.

El desengaño por la existencia de una dirigencia política que permite la infiltración entre sus cuadros a líderes criminales -casos como “El limones” y Bermúdez- aleja a la gente y termina por caer en la desconfianza.

Es difícil prever haya el surgimiento de nuevos hallazgos de gente cercana a grupos de poder en Morena que obedezcan a grupos delictivos como los Mayos, el Cártel Jalisco Nueva Generación o cualquier otra denominación.

La tarea de asepsia política en Morena está inacabada. Y lo saben, aunque nadie lo diga en público.

@FerMaldonadoMX