La columna de Alejandro Páez Varela
1. Ganadores
Me desperté temprano, pensando en elecciones. Había una clara ganadora de la Presidencia de México, según los sondeos serios. Pero la experiencia en este país es que nadie puede sentirse seguro hasta no tener los pelos de la burra en la mano. Dos elecciones antes, en 2006, me desperté pensando que era día de fiesta para la izquierda. Ya ven lo que pasó. Los poderes de facto se robaron las elecciones. Gobierno y empresarios metieron el dinero y sus estructuras y los núcleos de medios y periodistas, intelectuales y académicos, etcétera, apostaron lo que les quedaba de prestigio a favor de Felipe Calderón. Fue duro aquello. Un trauma que quizás nunca sea superado.
En aquellos años, antes de 2018, muchos pensaban que los grupos de influencia eran neutrales. En las últimas décadas, millones de mexicanos fueron engañados con que los sindicatos patronales, los medios y los periodistas, los intelectuales y los académicos eran “la sociedad civil”. Y no, no eran “la sociedad civil” ni hablaban a nombre del poder popular. Eran núcleos de poder haciéndose pasar como representantes de las mayorías. Y una buena parte de los ciudadanos era manipulado por la televisión, la radio y los medios impresos o en línea. No había hacia dónde hacerse.
Las cosas han cambiado, mucho. Y es necesario recordarlo siempre porque con facilidad se borra. En 2024 nadie se despertó pensando en un fraude electoral. Recuérdenlo siempre. Nos despertamos pensando en elecciones y en dar un paso más. Nos despertamos estimulados con votar el Plan C. Hace un año, millones de mexicanos acudimos a las urnas a definir la Presidencia y el resto de los puestos de elección popular, pero también votamos por un Plan C. Hace apenas 12 meses que acudimos a votar pensando en la posibilidad de remover a la casta divina del Poder Judicial; en la posibilidad de demoler esa estructura costosa, poderosísima y opaca de cortes y príncipes. Y ayer, por fin, lo hicimos.
Y los mismos que validaron el fraude electoral de 1988; que se sirvieron con la cuchara grande durante el sexenio de Carlos Salinas; que hicieron prócer de la Patria a Ernesto Zedillo y que rápido se acomodaron a los modos de Vicente Fox; los mismos que validaron el fraude de 2006, que aplaudieron a Felipe Calderón y bebieron el agua sucia de las manos de Enrique Peña Nieto proclamaban, en 2024, que Xóchitl Gálvez iba arriba en las encuestas y que ganar la Presidencia era apenas un trámite. Mentirosos y manipuladores que afirmaban que Andrés Manuel López Obrador se iba a reelegir; que seríamos Venezuela, o Cuba; que llevan 20 años anunciando que nos volveremos una tiranía y como los tanques no toman las calles dicen que ya mero, ya mero, en ensayos y artículos insisten que la dictadura es cuestión de horas.
Pero abajo, acostumbrados ya a resistirse a esos núcleos de poder, los ciudadanos fijaron sus objetivos y fueron por ellos. Votaron por la primera Presidenta en doscientos años de México independiente, Claudia Sheinbaum Pardo. Y votaron por un Plan C para demoler a un poder opaco y corrupto. Y votaron para decirle a los manipuladores que elegir a gobernantes no está mal y que existe la suficiente madurez para aprender de los errores, mejorar y no renunciar a lo que parecía un sueño: castigar a los juzgadores corruptos y premiar a los que sirven a los ciudadanos.
En 2024 me desperté pensando en elecciones y en el Plan C. En aquella elección decidimos a la primera mujer Presidenta y decidimos, entre todos, que queríamos que el corrupto y prepotente Poder Judicial fuera sometido a la voluntad de la gente. Muchos gritaban que eso era imposible; ayer se demostró que todo es posible si se tiene la fuerza popular de su lado.
Las cortes corruptas y sus príncipes corruptores han perdido democráticamente frente a las mayorías. Entregarán el poder, quieran o no. Y si quieren volver, ya no podrán ocupar puestos por dedazo porque eso se acabó. Ahora tendrán que acostumbrarse a ser transparentes y a granjearse a los que tanto despreciaron: los ciudadanos. De los votantes dependerá si pueden volver a ser juzgadores. Tendrán que acostumbrarse a ello porque los ciudadanos, desde el más pobre hasta el más rico de este país, han ganado. Los ciudadanos son, somos los grandes ganadores de esta jornada.
2. Corruptos
Nunca se me va a olvidar la lección. Me cuenta esta persona que le marcó una política de su confianza para pedirle un consejo. Se acababan de filtrar grabaciones comprometedoras. Ella estaba al borde del llanto.
Le editaron lo que dijo por teléfono. Eran tiempos anteriores a la inteligencia artificial. La hacían ver como una persona tremendamente corrupta, más corrupta que el más corrupto. En privado, ella aceptaba que había pedido favores, pero no dinero. Corrupta era, pues; pero no tan corrupta, a su manera de ver las cosas.
–¿Qué hago? Creo que tienen otras grabaciones –le dijo a esta persona.
Y, en efecto, sus detractores en el Gobierno tenían otras grabaciones.
Esta persona le respondió:
–Te recomiendo que vivas como hablas por teléfono. No ocultes quién eres, qué haces.
La política se quedó muda.
Lo que le dijo esta persona es que si no quería que la grabaran hablando como una corrupta, la única manera de hacerlo era no siendo corrupta. “Vive como hablas por teléfono”, le dijo.
Por supuesto que la hicieron pedazos. La cercaron. Jugaba a ser opositora del régimen porque era menos corrupta que los de arriba. No se comparaba hacia abajo porque no le convenía.
Los otros, corruptos, la exhibieron como en su momento exhibieron a René Bejarano. Terminaron doblándola, hundiéndola. La corrompieron más.
Muchas lecciones se pueden recoger de esta historia. Una es que debes vivir como hablas por teléfono. La otra es que los corruptos sí creen que, entre ellos, hay niveles. Hay corruptos que se pueden hundir más en el fango y están los otros, los de alcurnia, que ellos mismos usan de ejemplo. Esos corruptos de alcurnia llegan a ser presidentes, ministros y magistrados, senadores y diputados, y gobernadores y alcaldes de ciudades importantes.
La lección aquí es que, como dicen los Salmos, “un abismo llama a otro abismo a la voz de tus cascadas”. Es decir: los corruptos siempre tratarán de llevar a más corruptos a sus abismos, y eso debe pensarse muy bien con lo que viene para el Poder Judicial a partir de esta elección.
Porque al corrupto le urge siempre que todos seamos corruptos. A los corruptos le encanta señalar hacia otro lado y decir: ¡allá va un corrupto! A los corruptos les encanta hacer bola para trivializar la corrupción y, sobre todo, para lanzar bolas de mierda contra otros.
El que tiene la mano llena de mierda es el que más bolas de mierda lanza. Ya está manchado, ¿qué más da mancharse otro poquito?
“¡Aquél está manchado!”, gritan los más corruptos mientras esconden la mano con mierda.
Y siempre ha sido así. Hasta ahora.
3. Lo que nos toca
Me desperté pensando en elecciones. En que hay un claro ganador, por donde se le vea. La experiencia en este país es que nadie puede sentirse seguro hasta no tener los pelos de la burra en la mano, pero no tengo la misma sensación que tenía en el verano de 2006, cuando pensé que habría fiesta y lo que se vivió fue un largo funeral de casi dos décadas.
Parece tan lejos pensar que los poderes de facto tenían el poder de robarse las elecciones. Parece tan lejos aquellos años traumáticos en que el Gobierno y los empresarios corrompían estructuras para imponer presidentes o gobernadores o senadores o diputados y los núcleos de medios, periodistas, intelectuales y académicos validaban el robo.
Las cosas han cambiado, mucho. Y es necesario recordarlo siempre porque con facilidad se borra. En 2024, pocos pensaron en la posibilidad de un fraude electoral y en 2025 millones sometimos a la casta divina del Poder Judicial a nuestra voluntad, la voluntad popular. Con votos hemos decidido demoler esa estructura poderosísima y opaca de cortes y príncipes, y parece que esto llegó de la nada; parece que este momento brincó como brinca un conejo o brotó como brota el agua. Y no es así.
Las cosas han cambiado y hay que recordarlo siempre porque es una manera de honrar a los que lucharon por un país en democracia. Sí, se cometerán muchos errores; sí, se colarán indeseados a puestos reservados para mujeres y hombres dignos; sí, habrá quien quiera cometer fraude y sí, habrá quien quiera manipular la voluntad popular. Pero el paso ya está dado. Toca defender lo que se logró. Toca no permitir nunca más el regreso de las castas dorada y las cortes y sus príncipes y princesas. Toca no permitir que se pudra lo que hemos avanzado.
A los corruptos les interesa siempre llevar a más corruptos a sus abismos. Al corrupto le urge siempre que todos seamos corruptos. No lo permitamos.
@paezvarela