Al respecto por Alejandro Aguirre Guerrero
La violencia electoral en Veracruz es el claro reflejo de lo que no se hizo durante el gobierno de Cuitláhuac García. El hoy titular del Cenegas de ninguna manera abogaría por lo ocurrido durante su administración; ni la presidenta y mucho menos Rocío Nahle querrían sus “argumentos a toro pasado”: más coraje les daría.
El respaldo que Sheinbaum brindó a García Jiménez durante su conferencia mañanera no es más que dejar claro que “la ropa sucia se lava en casa” y que, bajo ninguna circunstancia (aunque la presidenta esté molesta o decepcionada con su compañero de partido), haría “leña del árbol caído”… para eso hay “peces menos gordos”.
Sin el afán de demeritar la relevancia del Cenegas, la no ubicación de Cuitláhuac García en las primeras líneas del gabinete presidencial comunica todo, más aún cuando el propio exgobernador se dedicó a correr la voz (en su momento), sobre su inminente asignación a la Secretaría de Educación Pública o de Energía, cosa que nunca ocurrió.
Si bien es cierto, Cuitláhuac García estuvo considerado para un posición federal mucho más elevada, las cosas cambiaron cuando la presidenta recibió reportes pormenorizados sobre lo que hizo y no hizo como gobernador, además de su nula colaboración en la contundente victoria de Rocío Nahle.
Inseguridad, desfalcos documentos por la Auditoría Superior, huecos financieros, nóminas infladas, así como rezagos en algunos rubros educativos, son tan sólo una parte de la pesada herencia que García dejó a Nahle. Hay razones de sobra para que tanto la presidenta como la extitular de energía no deseen verlo ni en pintura.
Por eso a Nahle le cuesta trabajo guardar prudencia cuando es cuestionada sobre lo que su antecesor le dejó, pero acaba siendo institucional, como lo es la presidenta en su conferencia cada vez que le mencionan a su titular del Cenegas: es simple, no hay por qué ventilar lo que se puede tratar de forma interna.
Derivado de todo esto y de la actualidad en Veracruz, en Palacio Nacional existe la instrucción de negarle al exgobernador cualquier acercamiento con la presidenta, al menos hasta nuevo aviso, algo similar a lo que ocurre con Cuauhtémoc Blanco y Félix Salgado Macedonio.
Por lo pronto, federación y gobierno veracruzano buscan amainar y controlar (de manera conjunta), el brote de violencia electoral por la renovación de las alcaldías. Esperemos que las cosas se calmen pronto (y de buena manera), con la llegada de los 3 mil 500 nuevos elementos de la Guardia Nacional.
Veremos qué ocurre.
X: @aaguirre_g