Lunes, 23 Octubre 2023 21:57

Honor

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Machomenos escribe Israel León O’Farrill

Palabras clave: masculinidad, honor, violencia, feminicidio

Honor. Cuando mencionamos la palabra, nos llenamos de reverencia y nos evoca imágenes de hombres ilustres, capaces, proveedores, fuertes e intrépidos. De inmediato, nos lleva también a colocar el concepto dentro de los valores más sacros y defenderlo a como dé lugar.  De acuerdo con el portal de la Real Academia Española de la lengua (RAE), el honor se definiría como la “Cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo (…) Gloria o buena reputación que sigue la virtud, al mérito o a las acciones heroicas, la cual trasciende a las familias, personas y acciones mismas de quien se la granjea”. Bien, ambas definiciones nos parecen lógicas y quizá perfectamente identificables con personas que conocemos y con próceres de nuestra historia patria. Sin embargo, vale preguntarnos si esto tiene que ver con que le demos su “merecido” a alguien fuera de un bar porque supuestamente “mancilló” nuestro honor. Claro está que es peor hacerlo en banda, con tus amigos, a la “Porkis” fresa de Angelópolis; o con llave de cruz aplicada al cráneo, como afuera de antro de Zavaleta.

Yo también he sido presa de esta “lectura” del honor. Por ejemplo, la última vez que me pelee en la calle fue porque un taxista me ganó el lugar que esperaba en un estacionamiento. Había que ponerlo en su lugar, pues mi honor estaba en entredicho, especialmente frente a mi pareja; de hecho, apenas empezábamos la relación y había que mostrarle de qué estaba hecho yo. Cuando terminó la pelea, que nadie ganó, por supuesto, mi pareja me reclamó dos cosas: primero, que una cosa como esa no amerita, en ninguna circunstancia, tal violencia; segundo, que no vi que en la esquina estaba el sitio de taxis y los compañeros del gandalla taxista, veían con interés la contienda. Sin darme cuenta, nos puse en un riesgo mayor a mi pareja y a mí, todo por limpiar mi honor manchado. ¡Vaya pelmazo! Como se ve, la defensa del honor, al menos en este tipo de circunstancias, no contempla las consecuencias. ¿Y si yo termino en el hospital? ¿Y si me esposa también? ¿O muertos o con secuelas de movilidad o intelectuales producto de un mal golpe? ¿O el taxista gandalla igual? ¿Pasaría tiempo en la cárcel por defender mi honor? Hay numerosos hombres y mujeres -también arrastradas por este asunto patriarcal- en situación de encierro por lesiones u homicidio relacionados con el honor. Es de pensarse.

Existen, por otro lado, otras expresiones de este asunto: “delito de honor” o “crimen de honor”. El primero, el “delito de honor”, es aplicado a casos en lo que, según ciertas legislaciones, vigentes o no, protegen el “honor”, principalmente de hombres, que se ve vulnerado por mujeres que los denuncian por acoso y otras prácticas. Según un artículo de Emanuela Borzacchiello publicado en el portal de Animal Político, Andrea Medina, abogada especialista en violencia de género, afirma que, en México, el “problema es que hay entidades federativas en las que sigue vigente y lo grave es que en la actualidad no hay un análisis para saber en cuántos estados el honor sigue tipificado como delito. Es un castigo machista y se tiene que eliminar del código penal. En nuestro sistema penal y en la procuración de justicia, las mujeres no hemos ganado credibilidad. El contexto en el que vivimos es patriarcal. El movimiento de mujeres en México ha creído que bastaba con promulgar una ley, sin atender a su aplicación. Pero no. Hay que vigilar constantemente la aplicación de la ley”. ¿Existen denuncias falsas de mujeres mañosas que buscan perjudicar a los hombres? Seguro sí, pero la realidad es que el acoso, el abuso, la violencia y la discriminación a las mujeres en todos los ámbitos de la vida existe y no por algunos casos podemos generalizar. Para ser claro, lo que hay es un contubernio de depredadores con el sistema judicial y con la sociedad en general. Y, con demasiada frecuencia, ha sido usado este tipo de delito como defensa en contra de activistas feministas, reporteras y denunciantes.

En el otro sentido, cuando hablamos de “crímenes de honor” nos referimos a aquellos perpetrados en contra de alguna mujer por su entorno, principalmente el más cercano, entiéndase familia, barrio o comunidad, pues ella ha transgredido alguna de las “normas” morales establecidas, sea por lo que dice, por sus prácticas y, sobre todo, por su comportamiento sexual fuera del matrimonio, es decir, perder el “honor”. Según un informe publicado en el portal de la ONG internacional Humanium, dedicada a la protección de las infancias, los “crímenes de honor son ampliamente considerados violaciones habituales de los derechos humanos en regiones como el sur de Asia, Latinoamérica y Oriente Medio, pero cómo se lleva a cabo la violencia en sí misma difiere en gran medida (Korteweg, 2012). Estos crímenes se han convertido en una preocupación a nivel internacional, a medida que los índices de violencia contra las mujeres han aumentado hasta alcanzar niveles alarmantes, sobre todo en países como Pakistán, India, Palestina, Turquía y Siria (Al Asqar, 2014)”. Quizá estos crímenes no son tan evidentes en nuestro país, pero la tónica de los feminicidios es la de corregir y castigar a esa mujer que vulneró el honor y “aleccionar” de paso a todas las demás. Como se ve, el honor es una cosa que hay que repensar, sobre todo por las consecuencias que suele traer. ¿Y tú qué tan atrapado estás en el honor?

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