Piso 17 escribe Álvaro Ramírez Velasco
No puede pasarse por alto, a la par de reconocer las extraordinarias, cualidades políticas y legislativas que tiene Pablo Gómez Álvarez, recién nombrado presidente de la Comisión Presidencial para la Reforma Electoral, que detrás de su salida de la Unidad Inteligencia Financiera (UIF) hay un claro señalamiento sobre su ineficiencia para detectar los movimientos irregulares económicos del crimen organizado y también su asociación con el grupo de Adán Augusto López Hernández, al menos en la sintonía política y afinidad de intereses.
Colegas periodistas, como Gerardo Ruiz, han dado a conocer que ese organismo, que depende de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), fue utilizado fallidamente, bajo el mando de Gómez, para perseguir y buscar encarcelar al político ex priísta Charbel Jorge Estefan Chidiac, por petición del senador poblano Moisés Ignacio Mier Velazco, quien lo considera un enemigo prácticamente mortal -es metáfora.
Ha trascendido, de acuerdo con versiones periodísticas, que el de Tecamachalco le pidió a Gómez que persiguiera al poblano de ascendencia libanesa, pero falló en la meta de inculparlo y encarcelarlo, pues el ex secretario de Educación estatal pudo comprobar la licitud de sus ingresos y sus empresas. Así lo escribió Gerardo Ruiz en una de las entregas de sus columnas recientes.
Quitando esa mácula a su trayectoria, hay que reconocer que sin duda Pablo Gómez ha sido de los mejores legisladores que históricamente ha tenido México.
Además de su conocimiento de la técnica parlamentaria, del derecho, aunque es economista, y de su capacidad como construcción de instituciones interiores del Congreso de la Unión, Pablo es un orador exquisito.
Verlo en Tribuna fue un privilegio, en sus años como legislador en activo, que ya han ido quedando lejanos en el calendario.
Empero, como titular de la Unidad de Inteligencia Financiera de la SHCP, Pablo falló rotundamente.
No solamente por sus excesos y la complacencia que tuvo con Ignacio “Nacho” Mier y posiblemente con muchos otros, sino porque no logró identificar las transacciones irregulares que hubieran ayudado a desmantelar el andamiaje económico que permite la operación de los grupos criminales. “Follow the money” (sigue el dinero), reza el latiguillo tan cierto, cuando se trata de detectar delitos.
Para muchos, en ese sentido fue más eficiente su antecesor, Santiago Nieto Castillo, a quien por cierto Moisés Ignacio Mier responsabilizó de que se hayan descubierto actividades irregulares en su entorno inmediato y de sus socios; la historia ya la conocemos.
En la Estrategia Nacional de Seguridad de la presidenta Claudia Sheinbaum y en el decidido combate a las organizaciones delincuenciales, que encabeza Omar García Harfuch, que ha dado ya muchos resultados, el análisis, identificación y sanción de las actividades económicas, que siempre se mueven en torno a los grupos criminales, es indispensable.
Para cerrar con eficiencia la pinza de seguridad, que tiene que ver con la capacidad de fuerza y la intervención de las instituciones armadas y de los tres órdenes gobierno, es indispensable que la UIF haga bien, rápido y siempre eficiente, su labor.
De ahí que este organismo del Estado Mexicano requiere al frente a un verdadero tiburón, que por supuesto, con un perfil más académico, político y legislativo, nunca fue Pablo Gómez Álvarez.
(Al cierre de esta edición se daba por hecho en versiones periodísticas que el nuevo titular será Omar Reyes Colmenares, hombre de confianza de Harfuch, quien aún se desempeña como titular de Reinserción y Readaptación Social de la Secretaría de Seguridad del Gobierno de México y quien tiene una larga carrera en labores de inteligencia y fue jefe de la oficina de la Interpol en México).
Pablo, quien ya ronda a los 80 años de edad, tendrá en la Comisión Presidencial para la Reforma Electoral, cargo que se anunció el sábado pasado, la oportunidad de concluir su vida pública con el respeto y la dimensión que se merece su histórica estatura.
En su juventud fue miembro de la Consejo Nacional de Huelga (CNH), orador en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, en la Ciudad de México, el 2 de octubre de 1968, y luego fue apresado con otros líderes estudiantiles en el edificio Chihuahua.
Es un histórico nacional, a pesar de sus terribles excesos y a pesar del tremendo y abyecto deseo que le cumplió a Moisés Ignacio Mier, de perseguir a los que ve como sus enemigos.
A pesar de eso, que es apenas es un pedazo de su gran trayectoria, Pablo merece encabezar esa esa Comisión para la Reforma Electoral, que de cualquier modo, lo sabemos de muy buena fuente, ya está prácticamente concluida en su parte de iniciativa y sólo, a través de un sector de notables, quienes integrarán este encargo presidencial, obtendrá validez y fluidez.
Pablo Gómez es la muestra de que una enorme, grandiosa y pulcra carrera política puede terminar muy mal, si se asocia con las personas equivocadas.
@Alvaro_Rmz_V