Parabolica.MX escribe Fernando Maldonado
No hay pausa ni respiro en un gobierno como el de Alejandro Armenta. Algunos de los perfiles que han dejado de trabajar en el gabinete admiten haber tenido dificultades para mantener el ritmo de una gestión que trabaja 24/7: De principio a fin, desde la salida del sol hasta que se pone, el trabajo sigue, incluso más allá.
No fue una metáfora ni cliché cuando dijo tener una lista negra de quienes desatienden teléfonos o dejan de responder mensajes de WhatsApp, a la media noche y de madrugada. La tarea encomendada no admite horarios ni desánimo, dicta la lógica del mandatario.
Para quienes lo conocen y saben de formas crípticas utilizadas para transmitir mensajes, entienden que aún con el tono afable, entre sonrisas, hay un reclamo y llamada de atención que anuncia el agotamiento de la paciencia.
Es cierto que el aliento se extingue en algún momento del día… O de la madrugada.
Por la mañana encabeza sus mañaneras que llegan a extenderse hasta 120 minutos, aunque el récord ha sido de casi tres horas de comparecencia ante unos 70 representantes de medios de información, locales y corresponsales.
Ejercicio de comunicación que se hizo política pública, la comparecencia cotidiana a medios permite mandar mensajes con claros destinatarios, siembra temas en la agenda política y monopoliza la narrativa. Hacer contrapeso es casi improbable, para bien o para mal.
Quienes acompañan al febril mandatario, en el gabinete legal o ampliado deben estar en condiciones cada día, ritmo, resistencia y capacidad de resolución ante los cuestionamientos del gremio que llega con su batería de cuestionamientos todas las mañanas. La respuesta asertiva es todo un desafío porque frente a la severidad del jefe ahí mismo, los yerros son inadmisibles.
Cuando el reloj marca el medio día ya se tiene en agenda una reunión con integrantes del gabinete, pero desde las 7:00 de la mañana ya participó en la mesa de seguridad en la que también convergen el comandante de Zona de la Secretaría de la Defensa Nacional, la titular de la Fiscalía General del Estado, además de los ediles de la zona metropolitana que concentra el mayor porcentaje de habitantes y, en consecuencia, de incidencia delictiva.
Ya para la tarde, sin contemplar los compromisos para comer, uno a dos eventos más. Una jornada conservadora, en agenda se tienen hasta cuatro eventos públicos si es que antes no sucede el desbordamiento de un río, un deslave u evento imprevisto derivado de las condiciones climatológicas.
Hace algunas semanas en una de sus mañaneras Armenta deslizó un mensaje que sólo los iniciados entendieron a la luz de los futurismos: “para mí esta es la grande”. El ritmo y estilo imprimió al gobierno pone a prueba todos los días a quienes lo acompañan.
Algunos de sus más antiguos colaboradores, los del entorno armentista de siempre, quienes picaron piedra con responsabilidades en el ámbito público o partidista aseguran que “vive su sueño de gobernar su estado”, para lo que se preparó por décadas.
Quienes lo conocen desde hace décadas de trabajo en el campo, los órganos legislativos o en cargos públicos tenían claro el reto de ser gobierno con un jefe como Armenta que rompe con el paradigma del güero Garizurieta y la picaresca en la política mexicana porque ya no aplica: vivir fuera del presupuesto es vivir en el error.
@FerMaldonadoMX