Estudio demuestra que es un mito lo de tiburones asesinos

Estudio demuestra que es un mito lo de tiburones asesinos
Luis Palacios
Con más perspectiva

Con más perspectiva escribe Leticia Montagner

Ahora que la película Tiburón cumplirá el 20 de junio de 50 años de su estreno vale la pena señalar que es un mito que haya tiburones asesinos. Como dato curioso, la cinta ha recaudado 477 millones de dólares, ha tenido cuatro relanzamientos y se considera la primera película de gran éxito, creando un nuevo género de películas de alto rendimiento de los grandes estudios.

Es probable que a muchos lectores que hayan visto la famosa película dirigida por Steven Spielberg estrenada en 1975 y les estremezca la idea de nadar entre escualos. Pero la realidad en la vida de estos peces selachimorfos dista mucho de la ciencia ficción.

A pesar de su fama de depredadores despiadados, los tiburones no se cuentan, ni por asomo, entre los animales más peligrosos para los humanos. No solo eso, la mayoría de los contados casos de ataques registrados se deben, según un nuevo estudio, a un comportamiento de autodefensa ante acciones nuestras que estos animales interpretan como un ataque.

De acuerdo a National Geographic y un estudio publicado en la revista Frontiers in Conservation Science liderado por el Investigador Eric E. Clua, de la Universidad París de Ciencias y Letras, se compararon los registros de ataques a tiburones en todo el mundo con los documentados en la Polinesia Francesa, un archipiélago dotado de una exuberante vida marina que también tiene gran actividad pesquera, lo que se traduce en una mayor probabilidad de encuentros entre escualos y humanos y en consecuencia, mayores porcentajes de ataques.

Para elaborar el estudio, los científicos compararon las estadísticas de 2009 a 2023, recopiladas por el Centro de Investigación Insular y Observatorio del Medio Ambiente de la Polinesia Francesa, con los datos internacionales reportados en los Archivos Mundiales de Ataques a Tiburones y encontraron tenencias similares.

Señalaron que en todo el mundo podrían haberse producido unas 322 mordeduras motivadas por autodefensa, especialmente por tiburones costeros de tamaño mediano, de menos de 3 metros de largo, como es el caso del tiburón de puntas negras o el tiburón gris.

Comparando las incidencias mundiales con los casos de estudio en la Polinesia Francesa, dedujeron que la tasa de mortalidad era sustancialmente baja. En el caso del archipiélago, con un tamaño muestra menor, se desprendía un 12 % de muertes, pero a nivel mundial era entre un 4 % y un 5%, lo que, según los investigadores, apunta a que la mayoría de los ataques de tiburones no tienen una función depredadora.

Según los autores del estudio, las mordeduras de tiburón se producen como una reacción esporádica de los escualos, no son proporcionales a los ataques de los humanos y a menudo generan heridas superficiales que rara vez acaban ocasionando la muerte.

Durante estas interacciones, como se conocen estos encuentros fortuitos, el tiburón responde a veces al estímulo antropogénico con una serie de mordeduras repetidas, cuya naturaleza es muy distinta a las provocadas cuando los escualos atacan deliberadamente con fines depredadores.

Además, los tiburones no mostraron comportamientos agresivos antes de morder, como bajar el pecho o nadar encorvados, con lo que los autores del estudio cuestionan la práctica de etiquetar todas las mordeduras de autodefensa como ataques.

Así las cosas, puede usted ir a nadar al mar… con cierta confianza.

 

@LMontagnerG

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