Jorge A. Rodríguez y Morgado
“Nosotros, los mortales, logramos la inmortalidad en las cosas que creamos en común y que quedan después de nosotros”
Albert Einstein
Desde la más remota antigüedad el ser humano ha tenido el deseo de ser eterno, es decir, ser inmortal. La Alquimia, que abarca por lo menos 2,500 años, tenía como objetivo fundamental encontrar el “Elixir de la Inmortalidad”, pócima mágica que podía hacer eterno a aquél que la bebiera. Solo dos hombres se mencionan en la Biblia que no murieron: Enoc y Elías.
Un mito que nos viene desde el tiempo de la Atlántida, es el del Jardín de las Hespérides, que se refería al huerto de Hera, en donde existían manzanas doradas que proporcionaban la inmortalidad a quien las consumiera.
En la mitología china existe también una historia, el Emperador de Jade y su esposa celebraban un banquete con melocotones. El árbol daba hojas una vez cada mil años y se necesitaban otros tres mil años para que madure la fruta, si los melocotones eran consumidos confería la propiedad de vivir eternamente.
Otro mito en el cual se aprecia el deseo del hombre de vivir eternamente se narra la epopeya de Gilgamesh, escrito hace cinco mil años. Este rey, Gilgamesh, se convirtió en héroe y dios, y sus gestas lo hicieron protagonista de la primera epopeya de la historia, centrada en su desesperada búsqueda de la inmortalidad.
La Biblia enseña que en principio Dios creó a los seres humanos para vivir eternamente y que el pecado de Adán trajo la imperfección y la muerte a la familia humana (Génesis 2:17 “más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”; Romanos 5:12 “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”.
Se narra que, al ver Dios que el hombre vivía muchos años (Matusalén vivió 969 años; Jared, abuelo de Matusalén, vivió 962 años; Noé 950 años; Adán 930; Moisés, Salomón, Jacob, Noé y otros personajes pasaron de los 160 años, pero no fueron inmortales) redujo la esperanza de vida, esto se aprecia en Génesis 6:3; “Y dijo Jehová: Mi espíritu no se quedará en los humanos para siempre porque ellos son mortales. Tan sólo vivirán 120 años”.
En la época actual los científicos insisten en encontrar alguna forma que los lleve a descubrir el secreto de la longevidad o el de la inmortalidad, pero hasta el momento sus esfuerzos han sido inútiles.
El hombre fue concebido para agotar cuatro ciclos en la vida, esto es, nacer, crecer, multiplicarse y morir. Muchos logran completar esas cuatro etapas, otros mueren horas después de nacer. Lo cierto es que nadie nace con el sello de la inmortalidad.
Para lograr una vida longeva, los científicos han hecho experimentos para crear una fórmula que elimine todas las enfermedades causantes de las muertes humanas, asegurando con esto que la persona vivirá más tiempo. El sistema conocido como Inteligencia Artificial es también otro recurso de la ciencia en busca de la inmortalidad del hombre, a través de la robótica.
Pero ¿cuánto tiempo puede vivir realmente un ser humano? Algunos estudios han situado este límite cerca de los 140 años. Sin embargo, un trabajo más reciente propone que el límite de la duración de la vida humana se acerca más a los 150¹.
Al ritmo actual de los avances científicos, se puede confiar en que la esperanza de vida aumente, se estima que en el transcurso de media hora la esperanza media de vida aumenta seis minutos¹. A este ritmo, una persona media tardará otros tres siglos en llegar hasta los 150 años.
De algo sí debemos estar seguros, el deseo de burlar la muerte o aferrase a la vida, sigue intacto.