El rincón de Jorge A. Rodríguez y Morgado
“Lo único necesario para el triunfo del mal es que los hombres buenos no hagan nada”
Edmund Burk
Dos conceptos contrapuestos, los cuales representan la eterna dualidad que vive el ser humano durante el transcurso de su vida, son el bien y el mal. Todos nosotros como individuos nacemos con la capacidad innata de poder hacer tanto lo uno como lo otro a través de nuestras acciones diarias que son guiadas por un sistema de valores único y en ocasiones cuestionable.
El bien y el mal se adjudicaba como mandato de los dioses, exigiendo que el ser humano sea guiado hacia el bien y a combatir el mal. Platón afirmaba que todos los seres humanos buscan el bien, la justicia, la belleza y la verdad, y los buscan porque es algo que está presente de forma innata en todos nosotros, decía que “el amor consiste en el deseo de poseer el bien para siempre”.
Al mal, en el Diálogo el Crátilo, Platón lo define como “aquello que impide el curso de las cosas, lo que nos quiere encadenar y poner obstáculos al movimiento”. Así, la enfermedad y la muerte son frenos al movimiento de la vida, y por eso los griegos llamaron a la maldad Kakia o Caquía, que era la personificación femenina del “Vicio”, en contraste con su rival, la “Virtud” o Areté, en griego.
Se aprecia a través de la historia, que el comportamiento ético se preocupaba por determinar lo que está bien y lo que está mal. Para alcanzar el bien se aplicaban códigos morales o leyes y se castigaba a los que violaban tales reglas. Por lo cual, el ser humano ha tratado de establecer normas escritas buscando regular la vida social, proteger a los débiles y sentar las bases de un sistema legal unificado.
En la Antigüedad, eran los dioses quienes dictaban las leyes a los hombres. Por eso, las leyes eran sagradas. El Código de Hammurabi, es una de las primeras leyes de la Historia escritas por el rey de Babilonia Hammurabi, hacia el 1750 a.C. Estas leyes fueron inscritas en una estela de piedra de diorita de forma cilíndrica de 2.40 m de altura expuesta en un lugar público a la vista de todos.
En la parte superior de la estela hay un relieve que representa al rey Hammurabi recibiendo las leyes de un dios, Shamash o Marduk, y el prefacio afirma que Hammurabi fue elegido por los dioses de su pueblo para traerles las leyes. La estela fue encontrada en Persia en 1901. En la actualidad se halla expuesta en el Museo del Louvre de París.
El código de Hammurabi contiene 282 leyes escritas en doce tabletas en acadio, el idioma diario en Babilonia, para que pudiera ser leído por cualquier persona alfabetizada. Los castigos descritos son muy duros, pues muchos implican la pena de muerte, la desfiguración y la filosofía del ojo por ojo, la Ley del Talión. Es también uno de los más tempranos ejemplos del principio de presunción de inocencia, pues sugiere que el acusado o el acusador tienen la oportunidad de aportar pruebas.
Algunos de los castigos que establecían las leyes (§) contenidas en el Código de Hammurabi son: 1 § Si un hombre acusa a otro hombre y le imputa un asesinato, pero no puede probarlo, su acusador será ejecutado; 6 § Si un hombre roba algo propiedad del dios o del Palacio será ejecutado y el que haya aceptado de sus manos lo robado será ejecutado también a la multa del juicio. 14 § Si un hombre rapta un hijo menor de edad de otro hombre, será ejecutado. 21 § Si un hombre abre un boquete en una casa, lo ejecutarán y lo dejarán colgado frente al boquete. 153 § Si la esposa de un hombre, a causa de otro varón, hace que maten a su marido, a esa mujer la empalarán.
La Ley del Talión, en el Código de Hammurabi, a menudo recordada por la famosa fórmula “ojo por ojo, diente por diente”, hace referencia a un antiguo principio de justicia en el que el castigo se correspondía directa y equitativamente con el daño causado: 196 § Si un hombre deja tuerto a otro, lo dejarán tuerto. 197 § Si le rompe un hueso a otro, que le rompan un hueso. 200 § Si un hombre le arranca un diente a otro hombre de igual rango, que le arranquen un diente.
Debido a su reputación en tiempos modernos como antiguo legislador, Hammurabi es uno de los 23 legisladores que aparecen en los bajorrelieves de mármol de la sala de la Cámara de Representantes en el Capitolio de los Estados Unidos.
Se aprecia, amable lector, que la eterna lucha entre el bien y el mal reflejado en las leyes del Código de Hammurabi, además de regular la vida social y económica en todos sus aspectos, estableciendo un riguroso e implacable sistema legislativo, constituye una obra monumental del Arte y el Derecho, con un excelente valor literario.