17 años de granadazos

17 años de granadazos
Fernando Maldonado
Parabólica

Parabolica.MX escribe Fernando Maldonado 

Desde que en septiembre de 2008, México fue testigo del primer atentado en contra de la población civil con un artefacto explosivo en Morelia, Michoacán hasta nuestros días, el uso de granadas de fragmentación de parte de grupos delictivos ha sido recurrente, casi hasta la normalización.

Si en aquel entonces bajo el mandato de Felipe Calderón ya se tenía en el mapa delincuencial la existencia de grupos como la llamada Familia Michoacana, los Templarios o la Mano sin Ojos, de alcance regional, en Puebla ya se tiene a lo que parece ser un grupo bien identificado.

La imagen vitalizada en las últimas horas en la que estallan dos artefactos en medio de un grupo de elementos de corporaciones policiacas y de personal forense de la Fiscalía General del Estado que realizaba tareas de identificación y levantamiento de restos humanos en Santa María Coronango, muy cerca por cierto en donde se encuentra el C5, no solo tenía como propósito atentar contra quienes ahí se había congregado.

El hecho mismo de la confirmación de la reacción de un grupo delictivo al que se le denomina “La Barredora” sugiere la existencia de capacidad económica para la compra de armamento y artefactos bélicos y logística para enviar señales intrínsecamente relacionadas con sus actividades delictivas, como ocurrió hace 17 años en tierras tarascas, cuna del nacimiento de la familia Calderón, de donde viene el ex presidente más cuestionado por su política anti drogas.

El montaje de un vehículo con restos humanos en su interior, en medio de un paraje como el que se describe en las crónicas como un anzuelo para atraer al personal de las corporaciones que ahí realizaban sus tareas abre también una duda razonable.

¿Están listas las autoridades para enfrentar los desafíos que impone una delincuencia que posee medios y estrategias para pretender imponer sus condiciones para alcanzar sus intereses económicos?

En la capital michoacana se utilizó como distractor una fecha emblemática en el imaginario colectivo mexicano para sembrar el terror como la conmemoración de la Independencia de México. En ese 2008 fueron ocho personas las que fallecieron, tres en un primer momento y el resto como secuela de los estallidos.

El mensaje, sin embargo, tuvo un alcance nacional con repercusiones en otras regiones del mundo. México estaba en el mapa a partir de la existencia de una agrupación delictiva con capacidades que los órganos de inteligencia en ese estado y en el país no pudieron detectar.

Ese episodio ocurrió hace 17 años y aún debatimos sobre la responsabilidad que cada quien ve en los grupos políticos antagónicos que propiciaron el surgimiento de la desafiante delincuencia, aún y cuando los saldos del pasado y del presente son los mismos.

Los datos concretos están en la relatoría de cada día en la prensa que dejó para su principal oferta editorial la nota roja que antes estuvo confinada al rincón de la redacción.

@FerMaldonadoMX