Lunes, 12 Mayo 2025 21:22

No mercy  

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Machomenos escribe Israel León O’Farrill 

Palabras clave: machismo, videojuego, incesto, violencia, viol@ción.

Hace poco leí una noticia que me dejó lo mismo sorprendido que preocupado. De acuerdo con el diario El País en una nota de abril pasado, “Steam, la mayor plataforma de distribución de videojuegos del mundo, ha retirado de su catálogo el título No Mercy. El juego, descrito por sus propios desarrolladores como un simulador de ‘sexo no consentido’, permitía a los jugadores encarnar a un hombre que es ‘la peor pesadilla de las mujeres’ y que ‘nunca acepta un no por respuesta’. Contenía escenas explícitas de violencia, violación e incesto”. Tal retiro surgió en Gran Bretaña y fue seguido por Australia, Canadá, España y otros mercados – la plataforma tampoco lo tiene en México- por, reiteramos, su excesiva violencia y contenido sexual ilícito. Hace algunos años existió algo que se llamó “cine snuff”, contenido fílmico, supuestamente real, que mostraba escenas de violación, tortura -nada que ver con prácticas sado masoquistas-, golpizas y hasta homicidio. Tal contenido siempre quedó entre la leyenda urbana y una realidad oscura y oculta. Incluso por esos años se realizó una película denominada “8mm” (1999), dirigida por Joel Schumacher, protagonizada por Nicolas Cage y Joaquin Phoenix y que trataba el tema. En la animación, concretamente en el animé japonés, existen videos de contenido sexual -hentai- y, aunque yo no he visto nada parecido, es posible que exista contenido con este grado de violencia. Se podrá decir que, por tanto, nada de esto es nuevo y, para muchos que lean este documento, quizá mi sorpresa por enterarme de este video juego les parecerá ingenua y boba. De ser así, pienso que deberían explorar las razones que tienen para juzgarme bobo y no sorprenderse conmigo. ¿Se encuentran bien de la sesera?

Veamos, la descripción del juego, según recoge la nota del diario español, es después “de pillar a tu propia madre traicionando a tu padre, descubres la naturaleza de las mujeres, especialmente la suya. No es una ama de casa corriente: está escondiendo un oscuro secreto que la persigue desde hace años. Ahora es tu turno para descubrirla, chantajearla, exponerla y reconstruir tu familia en tus propios términos. Poseerla. Tu objetivo es simple: no dejar ningún coño sin follar, porque eso es lo que todas quieren”. Como se lee, existe una fuerte carga de violencia y de misoginia en un pequeño párrafo en el que se incita al odio a la propia madre por ser infiel y a poseerla en castigo, junto con el chantaje y su exposición como una mujer deleznable, la “naturaleza” de las mujeres. ¡Cuánto odio, cuánta violencia! La sorpresa me vino precisamente al saber que semejante contenido existe, que alguien lo creó y que lo hizo para comercializarlo y que seguramente se podrá conseguir de forma clandestina con independencia de la prohibición expresa en los países antes mencionados. Imaginemos la mente detrás de semejante contenido… no sólo es machista y profundamente resentida, sino es cruel y perversa. Sabe que gracias a su contenido esparce esa violencia, la alienta, la fomenta y, en conjunto con el contexto de los que lo juegan, la normaliza. Ahí radica mi preocupación, en la forma en que estos video juegos contribuyen a conservar viejas prácticas patriarcales -como la violencia, la violación, el abuso sexual, el incesto y el feminicidio- que, como vemos en las noticias, siguen trágicamente vigentes -y, con mucho pesar, pareciera que se reproducen de forma exponencial-.

El contenido de este video juego, y de muchos otros similares que han de circular en la red muy probablemente de manera abierta como lo hacía “No mercy”, se integran a una enorme cantidad de discursos machistas, homofóbicos, transfóbicos, violentos -todos patriarcales- y que van desde la lucha “anti woke”, pasando por los fundamentalismos religiosos ultra católicos, cristianos, musulmanes, hasta llegar a los supuestamente inocuos contenidos “red pill” que ya he venido denunciando en esta columna. La trama del video no hace más que externar lo que la internacional macha busca: el castigo a las mujeres y a todo lo “woke” por saltarse las trancas, por faltarle el respeto a lo establecido, al orden de las cosas, uno profundamente patriarcal, capitalista y racista, siempre interseccional. Habrá palurdos que critiquen la prohibición de estos juegos argumentando que se trata de un ataque a la libertad de expresión; habrá otros más, igualmente paletos, que dirán que se trata de un juego y, por tanto, no es real. ¿Y los que lo juegan lo entienden o simplemente refuerzan ideas preconcebidas que ya tienen sobre sus relaciones con las mujeres? Dejémonos de ingenuidades que terminan siendo perniciosas: tanto los contenidos red pill, como las letras reguetoneras, muchos narcocorridos, las redes sociales y estos video juegos, contribuyen en conjunto, de forma aparentemente coordinada, a la conservación y normalización de la violencia en todas sus expresiones, pero especialmente aquella dirigida a las mujeres. Invito nuevamente a quien lea esto a que reevalúe lo que ve, lee, oye o juega y que reflexione sobre su contenido y lo que produce en su pensamiento. No esperemos a que se formulen leyes y a que las autoridades las apliquen (muchas veces ellos mismos están en el pacto patriarcal) pues, o tardan mucho o no se aplican. Actuemos nosotros, prevengamos, informemos, orientemos. El cambio debe ser estructural, sin duda; pero también se encuentra en lo que nosotros podamos hacer, prevenir y denunciar.        

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