Sobrevivieron a la desaparición forzada las niñas del encierro

Sobrevivieron a la desaparición forzada las niñas del encierro
Fernando Maldonado
Desaparecidos Fiscalía de Puebla

Aún después de los tres años de maltrato a manos de los abuelos paternos, Madison, Erika e Ivanka sonríen junto a su madre, Ana Kanen

El llanto de la niña en una casa en penumbra, en medio de la noche y en un domicilio sin identificar, se apagó con el agotamiento de las fuerzas que alguien puede tener a los cuatro años de edad. Esa estampa, disfrazada de acto de autoridad era en realidad una muestra de la crueldad a la que esa niña y sus dos hermanas de cinco y tres años fueron sometidas en los últimos tres años.

“Entras hasta que te calles, que se te pase el berrinche” habría dicho el adulto que las mantuvo retenidas, hasta que el cansancio durmió a la menor de edad. La larga noche, como muchas mas, sucedieron en manos de un grupo de adultos sin escrúpulos, piedad ni empatía. Sus abuelos.

Madisol Skarlet, de cinco; Erika Aytana, de cuatro; e Ivanka Eliene de tres, son las niñas que el próximo 22 de noviembre habrían cumplido tres años de vivir en cautiverio, privadas de la libertad y separadas de su madre, Ana Karen Rodríguez tras una golpiza que el padre biológico, Erik N., propinó en 2022.

No habían pasado cinco semanas de haber dado a luz a la menor, Ivanka Eliene cuando descubrió la infidelidad del padre con quien ahora enfrenta una acusación penal. La violencia doméstica venía de la familia paterna en pleno, hasta que le echaron de casa, cambiaron la cerradura y escondieron a sus tres hijas.

En todo ese tiempo fueron aleccionadas. Se les impidió salir a la calle, revelar sus identidades, sin posibilidades para iniciar sus estudios de nivel obligatorio y sin derecho de reunirse con otros niños de su edad, como todos los demás hacen para socializar y ganar confianza entre si.

En cambio conocieron el maltrato, las golpizas y regaños, incomprensibles para quien a esa edad no alcanza a discernir aún entre el bien y el mal.

Durmieron en el piso, sobre colchones mal olientes y con hambre. En algún momento de su relato dicen haber vivido en “casa de un señor” al que nunca vieron, en un domicilio en el municipio de Tetla en Tlaxcala, a una distancia de unos 70 kilómetros de Cholula, pero no fue el único, pues fueron de un lugar a otro para evitar su localización.

La historia del rapto reúne todos los elementos para una novela negra. La madre de las tres niñas enfrentó a la familia de su ex pareja, liderada por un coyote y patriarca, el abuelo de Madisol, Erika e Ivanka, José Francisco N., quien junto a su esposa, Blanca Patricia N., detenidos en fin de semana, están acusados del delito de desaparición forzada.

En esa misma condición están Erik N., otra mujer de nombre Adriana Gabriela N., amante del abuelo de las niñas sustraídas y la que el padre mantuvo durante el tiempo en que vivió con Ana Karen, Jéssica N. Una familia y dos mujeres mas coludidas para privar de la libertad a las niñas como un acto de venganza personal.

Las niñas fueron entregadas a las 2 de la mañana del domingo 19 en las instalaciones de la Fiscalía General del Estado. Llegaron en condiciones de abandono, sin asear, con síndrome de maltrato y vestidas con harapos, zapatos que claramente eran de adulto.

No hay mucho tiempo para Ana Karen Rodríguez, la joven fisioterapeuta que se sobrepuso a todo obstáculo. Rehacer su vida junto a sus hijas, apoyada de una amorosa madre y soporte decidido en todo el tiempo de tortura. Sabe que el tratamiento psicológico será fundamental para sus tres hijas que no la sueltan ni para dormir.