Parabolica.MX escribe Fernando Maldonado
Hace casi dos décadas que Manuel Bartlett Díaz recibió el autor de la Parabólica en sus oficinas en la Torre del Caballito, en la esquina de Reforma en la colonia Tabacalera en la capital del país. Era un espacio de no más de 100 metros cuadrados, reducido pero funcional.
El propósito de la visita obedecía a un serial de reportajes para Televisión Azteca sobre los últimos días en el poder público de quienes habían sido gobernadores en diversos momentos de la vida política del estado.
Eran las últimas semanas en Casa Puebla de Melquiades Morales Flores, que ya había prestado testimonio, lo mismo con don Guillermo Jiménez Morales. Era de interés periodístico llevar a la audiencia de la que fue la televisora de más audiencia en el territorio una pieza contada en partes que explicara el ascenso al poder y el ocaso de los personajes que aún forman parte de la historia.
Bartlett Díaz portaba esa marca indeleble por la caída del sistema en la cuestionada elección de 1988 para dar paso a Carlos Salinas de Gortari. Era lo más parecido a un pecado capital para la izquierda que había visto caer la posibilidad de tener al primer presidente de esa corriente con Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, candidato del Frente Democrático Nacional.
Ese pasaje multicitado no era entendible sin la participación de quien fue responsable de organizar la elección residencial como secretario de Gobernación y que la mañana de este martes fue defendido por la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo.
En su oficina del edificio de El Caballito, en su primera etapa como senador de República -lo ha sido dos ocasiones, como priista de 2000 a 2006 y como petista de 2012 a 2018- respondió sin asomo de nostalgia o frustración por haber dejado el Gobierno de Puebla.
Casi saltó de su sillón cuando se le hizo notar el reducido espacio en el que trabajaba como integrante de la Cámara Alta en comparación con los amplios salones y vistosos jardines de la residencia que alojaba a los mandatarios en Casa Puebla.
Desde aquí, miró alrededor suyo, se trabaja en la estrategia jurídica para frenar la privatización energética que alentaba el presidente Vicente Fox Quesada y su secretario de Gobernación, Santiago Creel Miranda.
En efecto, el primer intento por poner en manos de particulares la riqueza de hidrocarburos que poseía México fue parada en seco por los recursos de los que echó mano ese priista de línea dura que alcanzó las posiciones más importantes bajo los regímenes priistas y en Morena.
La historia del personaje está llena de contrastes, tan dispares como los distintos episodios de la historia que abarca la segunda mitad del siglo XX y la que va en curso. El reconocimiento presidencial por un personaje con esos matices no hace sino confirmar que Morena purifica.
No fue Bartlett Díaz un mandatario complaciente en Puebla y de eso han dado testimonio fiel quienes desde la oposición lo enfrentaron. El primer presidente municipal panista en la capital, Gabriel Hinojosa Rivero fue uno de ellos, pero no el único.
La doña Ana Teresa Aranda que defendió la causa panista en Huejotzingo conoció los métodos de operación del priismo que había encarnado el protegido de la presidenta porque como personajes de carne y hueso, están todos rodeados de luz y sombra.
@FerMaldonadoMX