Muñoz Ledo en Puebla: una estampa

Muñoz Ledo en Puebla: una estampa
Fernando Maldonado
Parabólica

Parabolica.mx escribe Fernando Maldonado  

Era el último tramo de 2007 cuando Porfirio Muñoz Ledo y Lazo de la Vega cruzó el estacionamiento de Palmas Plaza del brazo del autor de la Parabólica. Era el invitado del noticiario de TV Azteca Puebla que se transmitía en vivo esa noche, desde la franquicia comercial de Bennigan’s que durante años operó a un costado del club deportivo que todos en la zona metropolitana conocen.

Era una noche fría, en el interior de la locación había un ambiente bastante cálido, no por la ocasión que ameritaba esa transmisión, sino por la presencia de quien había ocupado las dirigencias nacionales de dos partidos políticos como el PRI en 1975 y el PRD en 1966; que había sido secretario de Trabajo con Luis Echeverría y de Educación con José López Portillo, y que había gozado de la amistad de, al menos, los cinco últimos presidentes de México.

La entrevista con Muñoz Ledo esa noche no fue fácil, sino más bien trepidante, cargada de respuestas desafiantes y llenas de fina ironía. El temperamento de un peso pesado de la escena nacional precedía a una bien ganada fama por la inteligencia política que en buena medida, contribuyó al crecimiento de una leyenda que trascendió generaciones.

La excentricidad de una personalidad como la de Muñoz Ledo a menudo estaba ligada a su personalidad… y a la bebida. El tramo que correspondió transitar al reportero con Muñoz Ledo colgado del brazo rumbo al restaurante convertido en set de televisión estuvo envuelto en un sutil aroma a brandy o cognac.

Un rasgo del talante disruptivo del hombre que en el 2000 declinó en su candidatura presidencial por al Partido Auténtico de la Revolución Mexicana por el panista Vicente Fox fue una noche en que el ex diputado del Partido de la Revolución Democrática e integrante de Nueva Izquierda, Rodolfo Huerta Espinosa, convocó a un grupo de periodistas para cenar con este personaje en La Silla de la Avenida Juárez.

Mucho antes de la hora acordada, Muñoz Ledo se levantó de la mesa, se despidió del anfitrión y dijo que se retiraba porque los periodistas tenemos por norma la impuntualidad y sin más, salió del lugar. No hubo argumento que lo hiciera esperar a que el reloj marcara la hora acordada.

Algunos rasgos de la conducta familiar del hombre que falleció este domingo a los 89 años de edad nos fueron compartidos por un sobrino que trabajó en la redacción de noticias de la televisión veracruzana y luego emigró a Grupo Expansión. Eran de la delicia de quienes escuchábamos.

El abogado Martín Fuentes a quien se le aprecia bien, sabrá a qué familiar se refiere esta columna.

La noche de viernes en que se transmitió esa emisión para la televisión comercial, también estuvo invitado el presidente municipal de la capital que en ese año era Enrique Doger Guerrero. Cuando advirtió en el restaurante aquel la figura del invitado Muñoz Ledo presumió una relación cercana, pero a juzgar por la frialdad con que el longevo político (tenía 73 años en ese entonces) respondió el saludo del edil, todos dudamos de la verosimilitud de esa calidez.

Mucho años después, por un testigo presencial, se me confió un dato aún más revelador de la personalidad de ese personaje convertido en hombre de Estado. Presidente de la Cámara de Diputados, en medio de los preparativos para imponer la Banda Presidencial a Andrés Manuel López Obrador dijo no al Estado Mayor Presidencial y al Ejército Mexicano para ingresar al recinto con armas en la ceremonia de transmisión de poderes.

Nadie lo pudo persuadir y con sus 84 años de edad sobre los hombros había conseguido la que pudo ser la última victoria política y jurídica: la seguridad de esa histórica ceremonia estuvo en manos de civiles y sin armas.

 

@FerMaldonadoMX

Banner Footer