Coalición de papel

Coalición de papel
Fernando Maldonado
Parabólica

parabolica.mx escribe Fernando Maldonado

El juego por el que se decidió la senadora Nadia Navarro terminó por colocarla en una posición extremadamente incómoda: de la mini revuelta que protagonizó por el anticipado destape de Eduardo Rivera en la ceremonia de apertura de las remodeladas oficinas del PAN en la colonia Bugambilias, a la sumisión.

Su padre, Carlos Navarro, el obsequioso dirigente del Pacto Social de Integración en la era de Miguel Barbosa, terminó por echarse en los brazos de la coalición que ninguneó a la senadora, su hija y ex aspirante a candidata al Gobierno.

Esa es la verdadera dimensión de la imagen que la víspera fue difundida en la que el dueño de la franquicia PSI junto las dirigencias del PAN, PRI y PRD sellaron su “megacoalición”.

No debería merecer mayor atención salvo para el anecdotario, pues el partido local carece de militantes, cuadros destacados, ideología alguna y votos en las alforjas.

Se trata en todo caso, de una agrupación cupular impulsada desde el poder para tener prerrogativas y negociar posiciones desde el interés de grupos y de espaldas al electorado. No es nuevo ese tipo de fenómenos en México, el surgimiento de franquicias sin base social, estructura ni electores y resultan útiles para la fotografía que alimenta percepciones.

El Pacto Social de Integración jugó en la jornada de 2018, sin mucha fortuna y un repaso a la numeralia de entonces llevaría con evidente razón a la conclusión que está a la vista: la suma en pírrica, casi nula.

En la casilla básica del distrito 1 con cabecera en Francisco Z. Mena el partido de Navarro obtuvo 2 votos; en el distrito 2 de Huauchinango, en una casilla básica alcanzó 174 y ese es el número más abultado que haya tenido.

En el ámbito político se asegura con frecuencia que se requiere decisión para tragar sapos sin reprobar con el gesto lo que no agrada al paladar.

Aplica exacto, preciso no sólo frente a la reprobable práctica de las imposiciones, sino a la poco elegante forma en la que se trata a aliados y aliadas.

Le senadora Navarro, a quien se le identifica más con el ala panista de la Cámara Alta y que goza de la estima evidente de la virtual candidata a la presidencia de México, Xóchitl Gálvez, recibió ese trato poco digno.

No se podía esperar una prenda diferente del dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, a la luz de la forma en la suele tomar decisiones ni siquiera el tacto de advertir en privado lo que al interés de ese grupo se conviene.

Nada valió a la hija del dirigente del minipartido haber efectuado en el Fiesta Grand de Angelópolis los foros entre senadores de la oposición para la construcción de un contrapeso al partido en el poder.

De nada le valió la protesta que protagonizó cuando como invitada a una casa que no es suya, en el remozado edificio panista del sur de la capital la redujeron a elemento de acompañamiento al ritual del destape del edil de la capital, Eduardo Rivera.

Falta aún ver cómo queda el reparto de posiciones en el equipo de la campaña que acompañará la alianza partidista.

Pendiente aún la asignación de candidaturas a ediles, diputaciones federales y locales para competir en 2024, pero queda la impresión que dos factores clave reducen al máximo el margen de negociación de esta familia que saltó a la escena pública.

Poco capital político, con una marca sin crecimiento ni votos y el entreguismo palpable, hiede a arrimado en casa ajena.

La definición de “megacoalición” está sobrada y pinta para ser de papel, serpentina de fiestas de fin de año.

 

@FerMaldonadoMX

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