Canonicemos a las damas de compañía

Canonicemos a las damas de compañía
Fernando Maldonado
Parabólica

Parabolica.mx escribe Fernando Maldonado  

El ex presidente Vicente Fox cerró, o lo bajaron de la cuenta de X, desde la que denigró y vituperó a quien pudo y quiso. Profundizó en la deshonra de su persona y contribuyó a la devaluación del debate público al utilizar un eufemismo para definir a la esposa de Samuel García como una prostituta.   

Antes de irse de la red social X (Twitter) debió conocer sobre la definición que su decadencia le impide. Una dama de compañía se dedica a ofrecer servicios, servicios para quien quiere y puede pagarlos y van desde los favores sexuales hasta el acompañamiento en eventos públicos… Y también privados.

Un espléndido texto escrito por el poeta Jaime Sabines -Canonicemos a las putas- describe con inteligencia, sutileza y profundidad la gozosa tarea de la vendimia de caricias (https://www.poesi.as/js6700110.htm).

De acuerdo con la falsa moral de las expresiones conservadores en este país ese tipo de actividad resulta indigna para la condición de una mujer -y también del hombre- aunque para ello entraña un análisis mucho más profundo, lejos del sojuzgamiento clerical y más cercano a la filosofía.

El expresidente Fox debió saber el significado de las palabras que utilizó para referirse a la esposa del gobernador con licencia del Estado de Nuevo León, Mariana Rodríguez.

Nunca nadie definió así el desempeño de Marta Sahagún desde que fue directora de Comunicación de la Presidencia de la República y se introdujo en la alcoba del entonces presidente Vicente Fox Quesada, por ejemplo.

Se trata de la clara definición de la doble moral que acompaña a la ex pareja presidencial y que más pronto que tarde terminará por restarle puntos al esfuerzo electorales de la candidata de la oposición Xóchitl Gálvez.

En mala hora habían permitido al ranchero de las botas continuar utilizando el teléfono móvil, el plan de datos y su plataforma en redes sociales como para continuar con los exabruptos y ocurrencias dignas de un hombre de muy baja estirpe.

Vicente Fox con su conducta, termina por confirmarnos que no fue sino una caricatura producto de la mercadotecnia política la que llegó a la Presidencia de la República en el año 2000.

El enojo mal canalizado del expresidente de México tiene que ver con la rentabilidad electoral que tiene el aspirante a la candidatura de la presidencia por el Movimiento Ciudadano, que ha sido claramente acompañado de su esposa Mariana Rodríguez.

Dos perfiles de la escena pública que reúnen características propias para un nuevo mercado electoral, que ni Xóchitl Gálvez ni Claudia Sheinbaum han podido perfilar.

El fenotipo de Mariana y de Samuel son mucho más atractivos para un segmento social al que con dificultad podrá llegar la candidatura de la oposición y la del partido en el poder, y aliados: los jóvenes que se incorporan a las listas nominales, y las clases medias y media alta.

Ésa es la razón de la virulencia que han enfrentado dos jóvenes que decidieron hacer política en grandes ligas, no debería extrañarnos, pero tampoco tendríamos porque normalizarlo.

El ataque cargado de misoginia y de clasismo de un personaje decadente como Vicente Fox debe ser exhibido de manera reiterada para recordarnos porque es necesario que la seriedad, sensatez y congruencia se instalen en los poderes públicos.

Fox, y de paso Sahagún, no pueden contribuir al debate nacional porque la historia los ha juzgado, pero no lo han advertido, como tampoco han visto que la vigencia de su apuesta conservadora hace tiempo que caducó.

 

@FerMaldonadoMX

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