Crónica desde el infierno

Crónica desde el infierno
Fernando Maldonado
Felipe Calderón

Parabolica.MX escribe Fernando Maldonado 

Escena 1: El jueves 12 de octubre un vasto sector de la ciudad de Reynosa quedó sin servicio de agua para uso doméstico. Un cadáver encontrado en uno de los tanques elevados orilló a la Comisión Municipal de Agua Potable y Alcantarillado a suspender el servicio en tanto los médicos forenses realizaban sus tareas y luego, la sanitización del depósito del líquido, del que cientos de miles de usuarios ya habían hecho uso para el aseo: la ducha diaria, cepillado dental y lavado de trastos.     

En la zona fronteriza entre México y Estados Unidos todos tienen algo que contar. Las historias buyen, solas, como bitácora del terror contada con gente que ríe e invita a la primera, una güera (una cerveza Ultra ligera con sabor a manzana) en medio de un infierno que nadie parece dar cuenta.

Escena 2: Hace años, por allá cuando cuando el presidente Felipe Calderón desató la guerra contra el narco una mujer adulta, sin saberlo, ganó perdiendo. Pero eso no lo sabría sino hasta con el paso de las horas.

Urgida de viajar al sureste, perdió los dos últimos boletos de un autobús que cubriría la ruta Reynosa-Veracruz de una corrida extraordinaria ante la creciente demanda de viajeros en la temporada decembrina.

El chofer y los ocupantes fueron detenidos por los Zetas en San Fernando, la zona que ha horrorizado al mundo. Todos fueron decapitados.

La mujer que salvaría la vida por una casualidad recibió múltiples llamadas de familiares y amigos para confirmar que vivía y que había estado a punto de ser encontrada en el reguero de cadáveres de San Fernando.

Mientras la anécdota era contada en primera persona al columnista, a lo lejos, detenciones de arma de fuego de alto poder. Fue como rúbrica oprobiosa de ese pasaje de vida.  

Así transcurre la vida en esta ciudad que vive la vecindad con un poderoso país y la criminalidad en que se arraigó desde hace décadas debido a la demanda de drogas de los “whites” en Estados Unidos.

Nadie en esta ciudad está dispuesta a ceder nada en materia de cumplimiento de protocolos de seguridad. Hay grupos de WhatsApp, en Facebook, X y Tik Tok que alertan en tiempo real de bloqueos, tiroteos, persecuciones y hallazgos de víctimas mortales de esa criminalidad que ha construido una narrativa habitual entre los habitantes de bien que se resisten a perder una vida normal.

Escena 3: No existen ventanas ni puertas abiertas y eso impide la entrada de la luz de día. Algunas viviendas de clase media y alta han colocado en puertas de acceso complejos mecanismos de seguridad similares a los de las habitaciones de pánico con inescrutables combinaciones para activar cerrojos.

Las cámaras de seguridad rodean todo tipo de vivienda, sin distingo de estrato social porque la paz de sus habitantes depende de complejos dispositivos de videovigilancia.

Nadie en esta ciudad esta ni ha estado exento de los riesgos de un ámbito permanentemente hostil propiciado por la rivalidad delictiva. 

Escena 4: No habían pasado 48 horas de estancia en Reynosa y ya en un tramo carretero 14 pipas que trasladaban combustible robado debieron arrojar el hidrocarburo al piso por la negativa a pagar derecho de piso a un líder de la plaza. Aquí el pez mas grande se come al chico.

El Cártel del Golfo fracción escorpión ejecutó el operativo que lideró un personaje apodado El Kena.

Nadie aquí se llama a sorpresa ante un paisaje cotidiano que tiene un efecto diferente en fuereños como el columnista. 

Demasiada sangre en esta ciudad, y se entiende: a unos 15 minutos, del otro lado de la frontera norte existe un mercado voraz que demanda droga de todo tipo. En los centros comerciales más frecuentados de McAllen en el Valle de Texas se rinde culto al Chapo, Scareface (Brian De Palma 1984), el dinero, las armas y la droga con la venta al público de gorras, chamarras y otros souvenirs.

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