Ayotzinapa, el poder iguala

Ayotzinapa, el poder iguala
Jesús Olmos
Máscaras

Máscaras escribe Jesús Olmos  

Los padres de los Normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, aparecían frente al televisor apenas unas semanas después de que la prensa internacional tomara el tema en medio del escándalo que suponían las revelaciones del reportaje de la Casa Blanca, para la gestión del presidente Enrique Peña Nieto. 

Eran alrededor de las 9:30 de la noche, había unas 30 personas sentadas en una mesa vestida con un mantel improvisado y tomaba la palabra su vocero ante una cobertura en noticiarios en vivo de este evento sin precedentes en la historia reciente de México. 

Aquel hombre de lentes y bigote, exigía la aparición con vida de los jóvenes y ponía el dedo la llaga. Ese evento delictivo era significativo, pues explicaba la opresión de las fuerzas persistentes en el estado de Guerrero (tanto a nivel estatal como a nivel federal) en contra de los grupos de mayor marginación y con menores posibilidades de acceso a la justicia. 

Los padres de la gran mayoría de los jóvenes, entre rebosos y suéteres oscuros, con los rostros desechos, algunos incluso con marcas en la piel del trabajo del campo, contrastaban en las fiestas de septiembre que suelen ser patrióticas, para llenarlas de dolor. Hombres y mujeres se plantaba ante un poder oscuro que aun no han podido explicar. 

La narrativa del horror nos llevaba a un cierre de 2014 cargado de fuego, era estrepitoso el desencanto con la administración federal, movilizaciones que acababan con gritos afónicos y llanto inundaban las calles del país, conversaciones y hasta conciertos.  

El 7 de noviembre de aquel fatídico Año, Jesús Murillo Karam, procurador de la República hombre cansado en argumentos, presentaba la ignominiosa verdad histórica, que sepultaría la credibilidad en aquel sexenio de vergüenza. 

En diciembre de 2014, la noticia llegaba a la Casa Blanca, el presidente Barack Obama ofrecía a sus expertos forenses para identificar los supuestos restos encontrados, en medio de una nube de polvo que se percibía en todo el mundo. 

A partir de se momento, la telenovela del presidente que había ungido en el poder bajo el manto de las televisoras se esfumaba por completo hasta dejarlo desnudo, con su novopriismo y la vulgaridad con la que ejerció el poder hasta entregarlo. 

En marzo del 2017, en la última esquina antes de ser candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador era increpado por padres de los normalistas y mostraba su tesón más inhumano, al evadir las respuestas y decirles a la cara que muy posiblemente eran enviados de sus opositores.

Aquel AMLO que se presumió indigenista toda su vida, no quería cargar con el peso de aquel doloroso episodio de nuestra vida pública. 

A partir de ahí todo ha sido palabrería y largas, para que terminara en un ciclo redundante que nos hace vigente la frase más contundente sobre el poder y su manejo: los termina igualando a todos. 

Apenas esta semana el Grupo Interdisciplinario de Especialistas Independientes (GIEI) del caso, concluyó quedesde las Instituciones del gobierno de la Cuarta Transformación, empezando por el Ejército, la Marina y hasta el Centro Nacional de Inteligencia, han mantenido la opacidad ante el caso y siguen sin dar respuesta a aquellos padres que con humildad y dolor, pero con fortaleza, han seguido el camino para buscar acceder a aquello que algunos conocen como la justicia. 

@Olmosarcos_

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