“El Che”

“El Che”
Jesús Olmos
Máscaras

Máscaras escribe Jesús Olmos

El polémico héroe de la Revolución Cubana, Ernesto Guevara de la Serna, inspiró a un grupo de jóvenes preparatorianos, por allá del año 2000, para nombrar a su maestro de Estructura Socioeconómica de México, una materia que te llevaba de la mano por el México contemporáneo y sus pasajes de horror.

El “Che”, no era el clásico maestro que se paraba frente al escritorio y dictaba largas hileras de textos incomprensibles y luego calificaba con un examen la cantidad de información aprendida, era un tanto distinto.

En su presentación al frente del salón, llevo “El Capital”, el libro icónico de Karl Marx y preguntó si alguien había tenido acceso a esta pieza, que de inicio consideraba indispensable para entender la realidad del mundo actual, en el que navegaba México.

Explicó que la obra de aquel alemán de barbas largas no era parte de la literatura de la materia, pero que era una de sus recomendaciones, lo que alimentó más el mito de que aquel profesor de bigote y cabello desalineado era más que un rebelde.

Había dos tipos de alumnos en su clase, los que habían entrado al área de Humanidades buscando evitar los conflictos de matemáticas en Exactas y Económico-Administrativo o los que buscaban evitar química en Biológicas, y los que tenían un interés genuino en los estudios sobre la sociedad, pues con ambos casos, apenas abría sus apuntes y tenía toda la atención del grupo.

“El Che”, era de arriba de un metro con 80 centímetros, usababa pantalones de mezclilla todos los días y playeras de varios colores siempre vestidas, con el cabello chino siempre recogido, muchos lo veían como un rockstar y otros tantos con algo de recelo por su estilo siempre crítico.

Se extendían por largas horas conceptos como la “sustitución de importaciones” y el “milagro mexicano”. Sus clases eran diálogos, sobre si los alumnos habían escuchado esto o lo otro, sobre si en sus casas había tenido eco con sus padres por la crisis del fatídico de López Portillo o la devaluación con Salinas.

“Ernesto”, como le decían al profesor a su espalda, introdujo en los jóvenes de aquella preparatoria, una de las 3 más importantes no solo de la ciudad sino de todo el estado, relatos y por menores de la crisis de los misiles en Cuba, sobre el embargo de los Estados Unidos, de la matanza de Tlatelolco, del jueves de Corpus, del asesinato de Colosio y mostró la impensable foto de la bandera de los Estados Unidos ondeando en el Palacio Nacional tras la caída de la Ciudad de México.

No hubo durante aquel semestre y varias generaciones más por venir, una sola queja de sus clases en las que se develaba una verdad oculta por los libros de historia y la herencia revolucionaria.

Había, en cambio, una especie de admiración, por una clase en la cual se hablaba en libertad, se debatía con fuerza y se aprendía como en muy pocas de las otras.

“El Che”, el maestro más zurdo de la prepa, había alentado en un grupo de jóvenes el pensamiento crítico y las dudas sobre su propio origen y destino.

Hasta este día nadie le ha dicho que es un “comunista”, ojalá que siga así.

 

@Olmosarcos

Jesús Olmos  

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