Máscaras escribe Jesús Olmos
Es un hecho que México libra distintos campos de batalla con los Estados Unidos, un estira y afloja en el que ambas naciones están inmersas. Desde la llegada del presidente Donald Trump ambos países han puesto el acento en el tema económico, pero hay más.
Vemos a diario que los efectos del encontronazo tienen lugar en los campos de aguacate de Michoacán, en las regiones exportadoras de tomate de Sinaloa, los autos que se arman en Puebla, el petróleo que se extrae del Golfo de México, las berries que se producen en Guanajuato, el tequila hecho en Jalisco, los hoteles del Caribe que atiborran los turistas en Spring Break y muchos otros espacios donde México se erige como principal socio comercial de Estados Unidos.
Pero el tema no solo es económico, la relación que nutre ambos países también tiene repercusiones sociales, la identidad de ambos pueblos está siempre en juego.
Si bien, los millones de mexicanos que han llegado a los Estados de Texas, Nuevo México, Arizona y California, han llevado con esos sus costumbres, también han adoptado las formas y modos de la sociedad estadunidense, en un intercambio que ha derivado en la binacionalidad y Ia interculturalidad compartida.
En este punto, la adquisición de la empresa de Lucha Libre Triple AAA Worldwide por parte de la WWE, uno de los gigantes del entretenimiento global y principal promotora del wrestling, también representa un hito en el aspecto cultural de ambas naciones.
Aunque aparentemente son lo mismo, vale la pena hacer las precisiones sobre las diferencias entre lo que es este negocio en ambos lados de la frontera.
El wrestling americano, es un espectáculo infracultural similar a los monster trucks, donde hay un show de por medio que se vende en un paquete completo a la par de las confrontaciones entre gigantes del encordado, mientras que la lucha libre en el país es una manifestación cultural, deportiva y de folclore mexicano, una tradición arraigada y que enmascarados dan vida desde hace décadas, siendo uno de los espectáculos preferidos de las clases populares.
Ahora bien, la lucha libre también se ha visto influenciada por el monstruo de la globalización y Triple AAA ha sido su mayor ensayo.
La empresa que iniciará Antonio Peña y que compite directamente con el Consejo Mundial de Lucha Libre (administradora de las Catedrales de la Lucha en CDMX, Puebla y Guadalajara) ha sido la que promueve sin sonrojarse el modelo de la lucha show, pero con tintes y colores que la han mantenido en el gusto del público mexicano durante más de 30 años.
De la “tres veces estelar”, han dado cabida a héroes de toda una generación como Octagón, Máscara Sagrada, La Parka, Abismo Negro, Cibernético, Konan, Vamoiro Canadiense, Latín Lover o Alberto del Río.
Es por ello que la compra de esta empresa, que ha privilegiado el espectáculo, la sangre, lo morboso y las historias coloridas, por encima de las técnicas de lucha en lona tradicional del CMLL, propuso un debate sobre el posible fin de una era de la lucha libre mexicana, para vivir a la sombra del capital y los designios de sus patrones estadunidenses.
Aunque la promesa es engrandecer lo que ha hecho la empresa mexicana en sus 33 años de existencia, también es cierto que como en otros rubros, las adquisiciones de competidores son la mejor forma de limpiar el mercado y allanar el camino. También debe decirse que WWE vive un boom por su llegada a Netflix lo que ha hecho mucho más accesible su servicio para todo el mercado mexicano y lo posiciona como uno de los shows más vistos a nivel global.
Al mismo tiempo, no pasa desaperbido para ningún analista que hace tiempo que el capital extranjero se apropió de los trenes, bancos, supermercados, hoteles y un sinnúmero de más actividades, pero los dólares no habían podido tocar el corazón de la cultura mexicana, en un tema tan arraigado como la lucha libre.
Aún quedará el Consejo Mundial, para quienes aman la lucha tradicional, los llaveos, lances y técnica depurada entre lucha grecorromana, artes marciales y un tanto de teatralidad, pero nos quedará por ver si la esencia del producto se diluirá entre la pirotecnia, luces y proyección global que ha ofrecido WWE a la familia Roldán Peña, quienes han decidido dejar el negocio en nuevas manos.
@Olmosarcos_