Ecosistema digital escribe Carlos Miguel Ramos Linares
El panorama para la industria tecnológica mexicana se oscurece con el reciente anuncio de Donald Trump de imponer aranceles del 25% a productos tecnológicos provenientes de México. Este movimiento, que responde a tensiones políticas y comerciales, afecta directamente a una de las industrias más dinámicas de la economía nacional. En 2024, México exportó casi 35,000 millones de dólares en tecnología a Estados Unidos, un sector clave que incluye desde semiconductores hasta teléfonos móviles.
Ante este reto, las principales asociaciones del sector, como la AMITI y la Canieti, han mostrado su preocupación, destacando que muchos productos tecnológicos fabricados en México dependen de componentes internacionales, especialmente de Asia. A pesar de este golpe económico, la estrategia de la industria ha sido la cautela, buscando mitigar los efectos a través de negociaciones con los Estados Unidos y preparando un diálogo con las autoridades mexicanas para implementar medidas tanto arancelarias como no arancelarias.
En un contexto global de incertidumbre económica, estos aranceles no solo afectan la competitividad de la industria tecnológica mexicana, sino que también impactan en el empleo y la innovación. La reducción de presupuestos públicos destinados a tecnología en el presupuesto 2025 es otro golpe para un sector que ya lucha por mantenerse a la vanguardia en un entorno de cambios rápidos.
Es evidente que la industria tecnológica mexicana se enfrenta a un desafío formidable, pero también a una oportunidad para redefinir su estrategia comercial y fortalecer su capacidad de negociación ante Estados Unidos. La cautela será clave, pero la acción contundente del gobierno mexicano, respaldada por una industria unida, será fundamental para enfrentar este nuevo escenario económico global.
A medida que los aranceles de Trump comienzan a asomar como una amenaza inminente, se vuelve aún más evidente que la industria mexicana debe repensar sus vínculos con los mercados globales, especialmente con el vecino del norte, que históricamente ha sido el principal destino de sus exportaciones tecnológicas. Sin embargo, esta situación también abre una puerta para la diversificación y la búsqueda de nuevos socios comerciales fuera de los límites del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC).
El gobierno mexicano, por su parte, tiene una oportunidad crucial para ofrecer apoyo estratégico a la industria tecnológica nacional. Aunque la diplomacia comercial será un componente necesario, también es urgente que se den pasos concretos hacia la autarquía tecnológica. México debe acelerar su inversión en investigación y desarrollo (I+D), así como en infraestructura que permita a las empresas locales crear y producir componentes clave, como semiconductores y circuitos integrados, sin depender tan fuertemente de la importación de insumos internacionales.
Por otro lado, el impacto en los precios de los productos tecnológicos y en la cadena de suministro también podría afectarnos de manera significativa. Si los costos de los productos electrónicos suben debido a los aranceles, esto afectará no solo a los consumidores mexicanos, sino que también reducirá la competitividad de las empresas locales que dependen de estos insumos para innovar y crecer. Esta realidad exige una mayor colaboración entre el gobierno y las empresas para establecer políticas de fomento a la inversión en sectores como la manufactura avanzada y la automatización.
@cm_ramoslinares