Piso 17 escribe Álvaro Ramírez
A partir de este lunes quedan 13 días para la cita con las urnas y apenas 9 restan a las campañas.
Absolutamente nada cambió en 51 días en el estado de Puebla ni en el país.
Los punteros, quienes estaban ya consolidados desde antes del arranque de sus respectivos periodos proselitistas federal y local, acrecentaron sus ventajas y virtualmente dieron cerrojazo en el sótano de las preferencias a sus adversarios más inmediatos.
La candidata presidencial de Morena y los partidos del Trabajo (PT) y Verde Ecologista de México (PVEM), Claudia Sheinbaum Pardo, tiene diferencias muy amplias sobre Berta Xóchitl Gálvez Ruiz, la abanderada del PRIANPRD. La senadora, tan recordada por haber usado una botarga de dinosaurio en el salón de sesiones, delata la derrota en sus actitudes. Incluso vive ya una suerte de resignación.
En el terreno estatal, Alejandro Armenta le saca en promedio más de 25 puntos, de acuerdo con distintas mediciones, al candidato del PAN, PRI, PRD y el local PSI, Eduardo Rivera Pérez.
El panista que comenzó muy atrás y siempre a contracorriente, da la impresión de que se cansó a la mitad de la ruta, que se derrotó muy prematuramente, que la inversión en esfuerzo y recursos la evitó él mismo.
En Puebla da la impresión de que la campaña de la oposición fue solamente para dar la batalla en las posiciones legislativas y municipalistas, pero nunca verdaderamente hubo un compromiso para dar una batalla firme y real en la gubernatura.
En los dos casos, en la carrera presidencial y en la disputa por llegar a Casa Aguayo, las victorias respectivas de Claudia y Alejandro están cantadas, firmes y seguras.
Hay quienes siguen con el debate de que la elección de Sheinbaum no podrá compararse con la de Andrés Manuel López Obrador, quien fue un fenómeno electoral.
Y efectivamente así es.
La ex jefa de Gobierno de la capital del país aprovechó la transferencia de popularidad que, en muchas dimensiones, el presidente se encargó de ofrecerle.
Ese fue un primer impulso que recibió Claudia. Uno que además aprovechó extraordinariamente.
A lo largo de los meses, primero en la contienda interna de Morena y luego ya en el terreno contra la oposición, la imagen y la personalidad de la científica adquirieron características muy firmes y muy propias.
Hay voces que quieren desmerecerla, pero se equivocan y además creo que habrá todavía una mayor consolidación y una firmeza personalísima a la hora de gobernar a partir de octubre próximo.
Claudia Sheinbaum Pardo -quien cierra en Puebla el sábado próximo - tiene hace mucho su propia ruta y, efectivamente, tuvo un impulso original en la transferencia de fuerza, popularidad y, literalmente, en el mando que le dio el presidente de la República.
En el terreno estatal, no hay en Puebla un político con un currículum y una trayectoria tan basta como la de Alejandro Armenta.
Los 34 años que lo avalan de ejercicio en la vida pública se suman a su audacia y a la energía con la que hace las cosas. La verdadera batalla fuerte de Alejandro Armenta fue en la interna de Morena.
Las marrullerías oscuras y perversas de Moisés Ignacio Mier Velasco fueron realmente los obstáculos a vencer.
El senador con licencia lo hizo bien, logró la candidatura y está unos días de ganar la elección.
Armenta reúne condiciones que nadie en esta etapa histórica de Puebla tiene: popularidad, experiencia, trayectoria y un proyecto político y social sólidos para Puebla.
Han pasado 51 días de campaña electoral local.
Han pasado 81 días de campaña electoral federal.
Nada cambió en todo este tiempo.
Claudia será presidenta y Alejandro será gobernador.
Decir la verdad y adelantar lo que ocurrirá inexorablemente nunca puede considerarse descaro.
@Alvaro_Rmz_V