Xóchitl y la ofensa a los sobrevivientes

Xóchitl y la ofensa a los sobrevivientes
Alvaro Ramírez

Quienes hoy rondan los 60 años de edad enfrentaron, como hijos de familia o como adolescentes con prematuras responsabilidades, un México de constante inestabilidad económica.

En el hogar de esas generaciones, que hoy integran personas sexagenarias, si pertenecían a una clase baja o una clase media emergente, no había garantía de que el alimento llegara a la mesa, un auto propio familiar era un sueño y la casa de los padres aún se estaba pagando, si es que éstos habían conseguido obtener una vivienda con algún programa social.

El priato y su deficiente manejo económico del país por varios sexenios hacía casi imposible el ascenso social y económico, que sí fue una realidad en los años 40, 50 y 60 con esfuerzo, estudios o trabajo arduo.

Para quienes hoy rondan las seis décadas de edad una carrera universitaria, a diferencia de generaciones anteriores, ya no era una garantía de obtener trabajos con seguridad económica o para aspirar a la acumulación patrimonial moderada. Para estas generaciones hubo que luchar siempre contracorriente.

Llegó la década de los 90 y, ya como adultas, esas personas que hoy ya superaron el medio siglo de vida, cuando bien les fue, lograron comprar con esfuerzos departamentos y casas. El destino parecía sonreírles a quienes se habían esforzado o a quienes habían tenido suerte en este país.

Por cierto, en ese momento, también la migración hacia Estados Unidos creció exponencialmente. Hoy son más de 36 millones de personas de origen mexicano quienes viven en la nación vecina.

Pero, también entonces, llegó la grave crisis de 1994, unos días después de la transición del sexenio de Carlos Salinas de Gortari al de Ernesto Zedillo Ponce de León; los dos priístas y neoliberales.

Quienes habían obtenido viviendas con créditos en el sector privado, adquirieron deudas en UDIS (Unidades de Inversión) y no en pesos. En ese momento parecía lo más lógico y hasta lo más ventajoso. Grave error.

Sin embargo, en diciembre de 1994, literalmente de un día al otro, el peso perdió catastróficamente su valor y los dólares fueron exponencialmente más caros.

Las deudas en UDIS se hicieron impagables. Quienes tenían una casa propia, que aún estaban pagando, se vieron también de la noche a la mañana casi en la indigencia. Cientos de miles perdieron sus hogares y, cuando su economía lo permitió, regresaron a rentar. Perdieron sus patrimonios.

Vino después la transformación del Fondo de Protección al Ahorro Bancario (Fobaproa) en Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB), que se aprobó en la Cámara de Diputados con los votos del PRI y del PAN, el 12 de diciembre de 1998, y la catástrofe nacional fue completa.

La descomunal deuda que era de unos cuantos, quienes habían abusado en su mayoría de los privilegios bancarios, se convirtió en una carga impagable para todos los mexicanos. Hoy seguimos abonando. Al cierre de 2024, esa deuda pública será todavía de 1,002,517.9 millones de pesos, equivalente a 4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

Por eso es tan grave y tan ofensivo lo que dijo la candidata del PRIANPRD, Berta Xóchitl Gálvez Ruiz, de que son “bien güeyes” quienes han llegado a los 60 años y no tienen casa propia, ni patrimonio.

En un foro, hace unos días, al querer denostar a la candidata de Morena, Claudia Sheinbaum Pardo, porque vive en un modesto departamento rentado, Bertha Xóchitl volvió a cometer un error de bocaza y terminó ofendiendo a México entero, a generaciones enteras, que se han esforzado en este país por salir adelante, y algunas personas incluso apenas para sobrevivir y llevar día a día el pan a la mesa.

“Si a los 60 años no has podido hacer un patrimonio, eres bien güey, con todo respeto”, dijo la hidalguense para atacar a Sheinbaum, pero inexorablemente su ofensa va mucho más allá y toca a millones en este país.

La visión de la derecha de que la pobreza es una elección o que es consecuencia de ser “huevón”, como también dijo el ex presidente panista Vicente Fox Quezada, no solamente es insensible, sino que pinta de cuerpo entero a los ultraderechistas mexicanos.

También es una forma muy cínica de eludir la responsabilidad de administraciones pasadas, por cierto del PAN y del PRI, partidos que hoy abanderan a Berta Xóchitl.

La candidata es incontinente en sus ideas, pero se exhibe.

Eso explica el lugar que tienen las mediciones.

@Alvaro_Rmz_V