Su abogado Mathew Rosengart ha conseguido lo que no hizo Samuel D. Ingham III en trece años: que un tribunal revoque el control legal que el progenitor de la estrella del pop, Jamie Spears, tenía sobre ella desde 2008
Mathew Rosengart ha representado en litigios a innumerables rostros conocidos a lo largo de sus más de tres décadas de intachable carrera como abogado, pero ningún caso ha tenido la satisfacción -ni la repercusión- de ver cómo la jueza del Tribunal Superior del condado de Los Ángeles Brenda Penny liberaba este miércoles a Britney Spears del yugo de su padre, Jamie. Fue un día histórico para la estrella del pop estadounidense. Tras trece años de tutela y lucha contra los abusos de un progenitor más interesado en el dinero que en la salud física y mental de su hija, conseguía su ansiada libertad gracias a este hombre, que se ha convertido en un héroe nacional.
En tan solo 77 días lograba lo que el letrado Samuel D. Ingham III no había conseguido desde 2008, año en el que Jamie Spears solicitó al tribunal la tutela provisional de su hija después del precipicio en el que se encontraba inmersa tras divorciarse del bailarín Kevin Federline. Un año después pasó a ser permanente sin que la cantante pudiera hacer nada. La declararon incapaz de tomar cualquier tipo de decisión personal sobre su vida o su patrimonio, quedando todo en manos de su padre y le impusieron a ese abogado que jamás miró por los intereses de su representada. Como la propia Spears aseguró en su declaración ante el juzgado el pasado mes de junio, no le venía bien terminar con la tutela que ella nunca quiso: era un entramado para «pagar el sueldo de mucha gente» que se aprovechaba de su trabajo, incluido él. Fue en ese momento cuando Samuel D. Ingham III decidió renunciar a su representación legal, presionado por el testimonio público y desgarrador de la artista.
Por primera vez, a Britney Spears le permitieron elegir un abogado que sí defendiese sus intereses: Rosengart. Graduado cum laude en la facultad de derecho de Boston College, en el estado de Massachusetts, se adentró en el mundo laboral como fiscal federal adjunto en el Departamento de Justicia de los Estados Unidos. En esta etapa llegó a investigar grandes casos de corrupción pública y delitos violentos, labrándose una gran fama en los juzgados.