Liposucción al Senado

Liposucción al Senado
Alvaro Ramírez
Piso 17

Piso 17 escribe Álvaro Ramírez Velasco 

La obesidad de los órganos parlamentarios del Congreso de la Unión, 500 diputados federales y 128 senadores, podría quedar sanada parcialmente con la reforma político-electoral que, en el principal escritorio de Palacio Nacional, espera el momento para su presentación.

De acuerdo con los trascendidos, la iniciativa del presidente Andrés Manuel López Obrador pretende desaparecer las curules y los escaños de representación proporcional o plurinominales; 200 en caso de los diputados y 32 en caso de los senadores.

La reducción de integrantes generaría un ahorro importante, por supuesto, pero no debe ser el principal resorte de una reforma así, pues también la reducción de los representantes de partidos minoritarios podría traer el detrimento de la calidad de la democracia.

De los diputados plurinominales y nuestra opinión de que no todos deben desaparecer, ya escribimos en la entrega anterior. Ahora es el tiempo de los senadores.

La reforma electoral de 1996, trajo consigo el incremento de 96 a 128 senadores, con la inclusión de 32 de Lista Nacional o plurinominales.

Desde la reforma anterior, la de 1993, se definió que serían tres senadores o senadoras por cada entidad: dos de mayoría relativa -los ganadores en fórmula de la elección-, más un senador de primera minoría, aquel o aquella que encabezaba la fórmula que quedara en segundo lugar.

La LVII Legislatura (1997-2000) fue la única en que los 32 escaños pluris duraron solamente tres años, pues después han sido de seis.

Sin embargo, el espíritu de pluralidad y representación de las fuerzas políticas menores nuevamente fracasó y ha fracasado en los hechos, pues esos sitios han quedado reservados a los integrantes de las cúpulas partidistas.

Los senadores, a diferencia de los diputados, representan a las entidades y no a los ciudadanos. De ahí que una reforma de fondo debiera ser más contundente, con la desaparición no solamente de los 32 senadores y senadoras de Lista Nacional, sino también con los otros 32 de primera minoría, 64 en total.

En términos de austeridad y real representación de los intereses de los estados, bastaría con 64 senadores y senadoras, dos por cada entidad.

Además de los pluris, deberían desaparecer los de primera minoría, aquellos que entran, al encabezar la fórmula que compitió y fue derrotada, relegada, al segundo lugar.

Un ejemplo muy claro es lo que ocurrió en Puebla en 2012, cuando ganó la elección al Senado la opción priísta, integrada por Blanca María del Socorro Alcalá Ruiz, en la primera fórmula, y María Lucero Saldaña Pérez, en la segunda fórmula. Las dos ocuparon escaños de mayoría relativa. Con ellas bastaba para la representación de Puebla en la Cámara Alta.

Sin embargo, también entró el impresentable Javier Lozano Alarcón, golpeador de la derecha, pues el PAN quedó en segundo lugar en las urnas y él iba en la primera fórmula.

Quedó fuera de un escaño la panista Augusta Valentina Díaz de Rivera Hernández quien, sobradamente, hubiera realizado un papel más decoroso.

El Senado requiere no solamente dieta para su obesidad parlamentaria, sino una profunda liposucción.

 

@Alvaro_Rmz_V