Hasta pronto al digno activista

Hasta pronto al digno activista
FerMaldonado
Parabólica

parabólica.mx por Fernando Maldonado   

En octubre de 2010 todos habíamos perdido algo de manera súbita. La muerte no suele pedir permiso. El deceso de Pilar Bernal nos hacía un hueco enorme a cada quien de todos quienes trabajábamos largas jornadas en la redacción de TV Azteca Puebla.

Un grupo de colegas, compañeros y familiares nos acompañábamos en la funeraria en esa noche fría pre invernal, dolidos, tristes y quebrados.

Hasta ahí llegó el Padre Gustavo Rodríguez Zárate. Con su palabra dispuso de consuelo ante la inaudita ausencia de la reportera con quien reímos todo el tiempo y que esa noche llorábamos.

Así era el Padre Gus. No sólo había significado, hasta su muerte este jueves 23, una luz para los cientos de centroamericanos que salían de sus países huyendo de precariedades o violencia, sino para nuestra Pilar a quien acompañó en sus últimos momentos desde el hospital, hasta la última exhalación.

El sacerdote que había convertido la Parroquia de la Asunción en un santuario para albergar a familias enteras originarias del área centroamericana fue catalogado durante mucho tiempo, un representante del comunismo por su inclinación por los más jodidos en el mundo: los pobres que nada tienen, ni siquiera una patria digna para poder vivir o morir.

Y es probable que así haya sido: en un pequeño departamento detrás de su Parroquia colgaban dos imágenes emblemáticas para los pueblos originarios en América Latina: el general Emiliano Zapata y el Subcomandante Marcos.

Pasaron ocho años desde la última vez que como reportero pude ver a ese sacerdote de voz franca y tez morena, hasta la crisis humanitaria de abril de 2018, cuando los ojos del mundo volteaban a México y a la enorme columna mujeres, niños y adultos, caminar desde el Suchiate hasta la capital de Puebla.

La voz de trueno de un intolerable Donald Trump, presidente de Estados Unidos demandaba a México frenar la diáspora centromericana, pero a las afueras de la Parroquia de Padre Gus, había dispuestas carpas para que se protegieran de las inclemencias, baños para quien quisiera asearse, comida y servicio médico.

Muchos de quienes ahí estuvimos, vimos el miedo de esa gente, muda para evitar alertar a mafias de polleros, maras y zetas con quien el sacerdote fallecido, sin reflectores,  encaró para negociar liberaciones.

Los medios de comunicación más influyentes en el mundo estaban ahí, a la espera de una cita, una entrevista o una charla con quien desde la modestia de su ministerio se había colocado como un referente en la defensa de los más desposeídos. Otra vez hemos vuelto a perder.

 

@FerMaldonadoMX