Un michoacano con tufo conservador poblano

Un michoacano con tufo conservador poblano
Fernando Maldonado
Parabólica

parabolica.mx por Fernando Maldonado  

El desarrollo habitacional Haras guarda múltiples historias, ignotas e inaccesibles para el interesado común y corriente. 

Varias son las razones para explicar esa falta de escrutinio, como la lejanía del centro y reflector, inaccesible acceso y, sobre todo, los nombres que ahí se involucran, relacionan o entretejen.

Un dato, de muchos otros, ilustra: Andrea García Haghenbeck casó con “junior”, el hijo del exgobernador José Antoni Gali Fayad, ambos radicados en Estados Unidos. Haghenbeck es la familia fundadora de Haras, permanentemente señalada de haber especulado con cientos de hectáreas en ese lugar, hasta que el gobierno de Miguel Barbosa decidió intervenir para evitar que la especulación alcanzara una parte del parque Flor del Bosque, en ese periodo colocada como parcela patrimonial de una alianza familiar en la que el poder y el dinero influyeron en detrimento del patrimonio de los poblanos.

En ese espacio, rodeado de especies arbóreas y fauna endémica, es frecuente encontrar a esa suerte de casta noble de la sociedad poblana: notarios de abolengo, servidores públicos que se han servido del dinero público, déspotas magistrados y hasta huachicoleros probados con capital suficiente para aceitar la maquinaria de la impunidad que tuerce leyes y dobla voluntades.

Hasta ese lugar solía llegar quien ahora se dice listo para competir por la candidatura presidencial, el exgobernador de Michoacán, Silvano Aureoles Conejo, convertido en pintoresco activo de esa entelequia llamada PRD.

En efecto, el perredista más afín al proyecto político de Enrique Peña Nieto, el priísta mexiquense que hace piruetas en su exilio dorado para librarse de acusaciones serias de supuestos abusos cometidos en su gestión presidencial, conoce bien ese bucólico edén terrenal.

Aureoles Conejo solía llegar a ese rincón idílico con todo y su séquito de guardaespaldas para visitar a quien fue secretaria de Salud, Diana Carpio Ríos, vecina en ese ese notable vecindario.

El cuidado y las deferencias en el gobierno de Silvano Aureoles respecto de su responsable del área de la Salud, en tierras de tarascos, llegó al extremo de desmentir la supuesta salida de la administración pública hace casi dos años, cuando había corrido la versión en la prensa incómoda michoacana.

La mujer avecindada en Haras había dejado el gabinete, se dijo en septiembre de 2020, a lo que la directora de Comunicación Social, Julieta López, salió al paso. 

Cumplía así una encomienda de su jefe, el gobernador en turno, particularmente ocupado en atajar una versión que implicaba directamente a su anfitriona en Puebla.

La gira que comenzó el michoacano por el territorio poblano tendrá un destino y punto de partida, en el fraccionamiento en Haras, el sitio en el que además de dinero y poder, se aloja el rancio conservadurismo poblano, ajeno a las penurias mundanas, aunque el exgobernador y pretendiente candidato presidencial se asuma como militante de lo que él mismo llama la “izquierda progresista” que, según su criterio, anida en el Partido de la Revolución Democrática.