Tres años sin Moreno Valle: de la toxicidad del poder a la sumisión (II)

Tres años sin Moreno Valle: de la toxicidad del poder a la sumisión (II)
Fernando Maldonado
Parabólica

parabolica.mx escribe Fernando Maldonado 

A lo largo del documento de 250 cuartillas en los que se plasma entusiasmo militante en Acción Nacional en 30 años de vida institucional, queda claro quienes fueron los impulsores de ese partido hasta que llegaron las imposiciones del difunto Rafael Moreno Valle, antes de su deceso que este 24 de diciembre llega a los tres años.

Del conjunto de los testimonios destacan por su severidad, los de Ana Teresa Aranda Orozco, dirigente panista en el periodo de 1995 a 1998, la única mujer en alcanzar en una lucha interna auténtica, la dirección estatal a despacho de Genoveva Huerta, impuesta por Eukid Castañón, recluido en un penal de Puebla acusado de diversos cargos.

La otra mujer en alcanzar esa misma responsabilidad es Augusta Valentina Díaz de Rivera, que será confirmada por los tribunales una vez desahogada la impugnación de la morenovallista enquistada en el cargo.

La primera referencia el gobernante que había buscado con denuedo la candidatura presidencia por Acción Nacional lo ubica en su justa dimensión al citar un pasaje en l historia del panismo como opositor al priismo de Manuel Bartlett, el miso que ahora se da golpes de pecho desde la Cuarta Transformación.

“Fui a tocar la puerta en Atlixco, estaban José Luis Galeazzi y Felipe Velázquez, eran chamacos ellos, muy jóvenes. ¿Quién se avienta a (ser) diputado de elección popular? Les dije que Bartlett era un gobernante terriblemente controlador y atemorizante. Además, el líder sindical era más aterrador y atemorizante que (Rafael) Moreno Valle”.

Citas poco honrosas para dos hombres que buscaron ocupar un lugar en la historia, colocados en otro sitio, lejos del podio de la honorabilidad y el reconocimiento popular: Manuel Bartlett Díaz, gobernador por el PRI entre 1993 y 1999 y Moreno Valle, ente 2011 y 2017.

Dos líderes caciquiles en el trasfondo de la cita de quien ahora es diputada federal por el PAN: Antonio J. Hernández y Eleazar Camarillo, los líderes sindicales de corte dictatorial que habían sido protegidos por un sistema que colapsó con la alternancia en México en el año 2000.

“El poder se usa para servir a los ciudadanos y no para engordar las aspiraciones de un gobernante y para acrecentar sus posibilidades de control político” dice la doña al referirse a las aspiraciones de quien desde la gubernatura se auto catapultó hasta convertirse en precandidato presidencial.

No escapa a su franqueza declarativa la dificultosa relación que prevaleció entre su correligionario, Eduardo Rivera Pérez en su primera presidencia municipal entre 2011y 2004 y que ahora ocupa la misma responsabilidad en un contexto político diferente.

“Para mi fue exageradamente prudente ante la rudeza de Moreno Valle de no respetar al municipio, de sobajar al presidente (municipal) (…) creo que debió de haberle dado más cara”, sin que previamente haya autocrítica: Había errores y seguramente algunas desviaciones, pero había mucha claridad (…) nuestros gobiernos tenía que ser distintos, dice Aranda Orozco.

“Yo creo que fuimos perdiendo eso en el camino. Comparado el gobierno de Lalo Rivera con el de Tony Gali, me queda claro que Lalo hizo un gobierno municipal distinto y distinguible”.

 

@FerMaldonadoMX

 

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