El chapucero

El chapucero
Alejandro Páez Varela
Alejandro Cañedo

La columna de Alejandro Páez Varela 

Es una situación muy común, o más común de lo que se acepta. Todos en su entorno saben que él es tóxico y que en cualquier momento la va a traicionar, pero ella está tan entusiasmada que nadie se atreve a meterse. La familia y las amigas estaban enteradas de que llevan tiempo viéndose a escondidas y se consolaban con el clásico “ya se le pasará”, “es un capricho”. Y un día, el menos pensado, la pareja aparece en una cena familiar, dispuesta a todo.

Digo, ella puede no ser Cenicienta y quizás tenga su propia historia con uno o con varios de los enanos. Pero él sí es Drácula. A la familia y las amigas no les queda otra que confiar; aceptar y cruzan los dedos para que él, que evidentemente le está chupando sangre, al menos no la abandone el día en que no pueda escurrirle una gota más. Quisieran creer que él ha cambiado, que es mejor, que no la abandonará por la primera que pase en la banqueta presumiendo sus litros de sangre fresca. Pero entienden esa posibilidad porque él es lo que es y ya.

E insisto: no es que ella sea una santa, pero al menos se defendía en sociedad. Tenía y tiene su pasado, pues sí, quién no. Pero al menos podría lavarse la cara y aparecer en un baile, en una reunión. De él, en cambio, siempre se supo que era un vividor al que le gustan los McLaren; los spas y el botox y las mansiones, y todo con dinero ajeno; un ladrón vulgar que evade impuestos, que extorsiona a empresarios; un chapucero que ha hecho fortuna brincándose todas las trancas y siempre a expensas de los demás.

Pero ella estaba tan entusiasmada que nadie se atrevía a meterse. Él tenía un hijo con una relación anterior y eso era lo de menos. Formaron una familia. Y luego, pasó lo que pasó.

Hoy ya no están juntos. El chamaco anda tristeando. Ella está desconsolada. Se le dijo y no entendió. Ahora le escribe cartas y se niega a aceptar lo que todos ven. Y repito: no es que ella fuera Cenicienta ni mucho menos, pero ese chapucero sí era Drácula. Hasta el hijo cuasipriista de otra relación le dejó. El hijo perredista, feo como la tiznada. Pero no fijándose mucho pasaba por hijo de los dos. Él los abandonó a ambos. Y cualquier semejanza con lo que pasa entre Marko Cortés, Jesús Zambrano y Alejandro Moreno Cárdenas es total y absolutamente deliberado.

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El ajo hasta el final

La situación de Alejandro Moreno Cárdenas, dirigente nacional del PRI, es muy complicada. Está en ese momento que casi siempre alcanza a los chapuceros: ha mentido tanto, ha manipulado tanto, ha usado a tantos que la hora de pagar se le acerca aceleradamente. Entonces su urgencia es ganar tiempo. ¿Lo logrará? No hay una respuesta fácil. Y si lo gana será para aplazar las deudas, que no van a desaparecer y que lo esperarán más adelante. Pero vayamos por partes.

Es cierto que su futuro inmediato parece más alentador que hace unas cuantas semanas. Ha decidido violar los acuerdos con PAN y PRD para buscar un entendimiento con Morena, con la iniciativa a favor de la Guardia Nacional. Esto lo confirma como alguien dispuesto a lo que sea con tal de salirse con la suya y no le importa, porque su destino más seguro es ir a prisión. Está jugando al corto plazo para no enfrentarse al que parece ser uno de los peores y más documentados casos de corrupción, abuso de poder y lavado de dinero. No es poca cosa. Y se necesitan decisiones arriesgadas.

En sus cálculos, creo, “Alito” piensa en una separación momentánea de Va por México. Esto es muy delicado si se vive de la política, pero tampoco es algo que le quite el sueño: ya era alguien poco confiable cuando panistas y perredistas lo abrazaron. Si retomaran la relación, será difícil para Marko Cortés y Jesús Zambrano ignorar que los ha usado para mantenerse impune; que les arrancó su solidaridad (“si tocan a uno nos tocan a todos”, gritaban juntos) y los abandonó cuando, parece, le sonrió la fortuna en otro lado. Pero insisto en que el honor no es lo suyo y tampoco los otros son tan honorables como para no aceptarlo de regreso.

“Alito” Moreno necesita ganar tiempo frente a las carpetas que le tienen abiertas la Fiscalía General de la República y la Fiscalía de Campeche. Su única manera de lograrlo es en la Cámara de Diputados. Desde allí puede ganar tranquilidad de corto plazo, al menos hasta el próximo año. Si los legisladores lo desafueran, queda en manos de las fiscalías; pero si no pierde la protección constitucional, detiene la acción de la justicia. No resuelve, pero gana tiempo.

Entonces podría no estar estar negociando un paquete que incluya que las fiscalías no avancen las investigaciones. Más bien está buscando frenar que lo alcancen las órdenes de arresto y eso puede lograrse si mantiene su posición como Diputado con fuero. No son ecuaciones fáciles y casi todas llevan, necesariamente, a suma negativa. Claro que en algún momento se le acabará la cobija que estira y estira, y se le deshilacha. Pero ganar tiempo es clave para ir resolviendo.

El trámite de desafuero en la Cámara de Diputados es un juego peligroso –para Morena incluso– y para él vale la pena intentarlo. La Sección Instructora se compone de cuatro miembros. Hasta la semana antepasada era previsible que votaran así:

2 de Morena: a favor del desafuero de Alejandro Moreno

1 del PAN: en contra del desafuero.

1 del PRI: en contra del desafuero

Es un empate. Se pierde la causa y no lo desafueran. ¿A cambio de qué le daría la espalda al PAN y al PRD? A cambio de que Layda Sansores suspenda la difusión de audios, que le han causado un enorme daño incluso al interior del PRI. Tendría que ser eso y algo más. ¿Qué más?, hay que preguntarse.

Porque si se distancia con el PAN, los votos previsibles en la Sección Instructora serían estos, sin acuerdo:

2 de Morena: a favor del desafuero

1 del PAN: a favor del desafuero

1 del PRI: en contra del desafuero.

Ésta última votación hipotética de 3 a 1 lo lleva a perder el fuero y a colocarlo inmediatamente en manos de la Fiscalía de Campeche, que es la que hizo la solicitud de quitarle la protección constitucional.

Pero con acuerdo, en una tercera opción, Morena, que encabeza la Sección Instructora, puede alargar el proceso hasta el próximo año para no tener que votarlo. O de plano que le preste un voto de los dos que tiene para, con el PAN en contra, lograr el empate, que es como ganar la votación. Gana detener el desafuero y gana que no se sigan difundiendo audios.

Si Morena le garantiza que detendrá los audios y el proceso de desafuero, o de plano se lo suspende, sus diputados darán a la 4T la aprobación de la Guardia Nacional. Para él es un gana-gana. Ese acuerdo le da inmunidad frente a las fiscalías por un tiempo y algo de tranquilidad con los audios, y si le resulta, todavía puede aspirar a regresar con Cortés y con Zambrano y recuperar Va por México.

¿Recuperar Va por México? ¿Y PAN y PRD aceptarán a “Alito” de regreso? Sin dudar mucho, yo creo que sí. La razón es muy simple: PAN y PRD no son nada en 2023 sin el PRI. Si van solos en Edomex y Coahuila, pierden todo. Necesitan al PRI y aunque no lo quieran, necesitan a “Alito”. Lo aceptarán de regreso en la alianza. Mientras lanzarán algunos comunicados haciéndose los dignos y sorprendidos, pero les conviene más tener cerca al chapucero que tenerlo lejos.

Veamos. En 2017, la candidata panista Josefina Vázquez Mota se fue a un penoso cuarto lugar en las elecciones al Gobierno del Estado de México. Alfredo del Mazo Maza y sus aliados tuvieron 33.56 por ciento de los votos; Delfina Gómez, 30.78 por ciento y Juan Zepeda, quien entonces estaba en el PRD, 17.84 por ciento. El PAN quedó avergonzado.

Ese mismo año, en Coahuila, en medio de los escándalos de los hermanos Moreira, Miguel Riquelme sufrió para ganar: obtuvo 38.90 por ciento de los votos contra 36.40 por ciento de Guillermo Anaya Llamas, del PAN. Pero eso ha cambiado. En las intermedias de 2021, el PRI, que jugó en alianza con el PRD, recuperó lo perdido en 2017. Y el PAN volvió, en esa entidad, a su condición de paria electoral.

Si Marko Cortés y Jesús Zambrano parecen no tener dignidad, es porque no la tienen: necesitan a “Alito” aunque los maltrate, aunque les dé la espalda, aunque los humille públicamente. Él se abraza de Morena para mantener la inmunidad y si gana tiempo, intentará regresar a Va por México. Y el próximo año, Va por México es nada sin el PRI. Entonces lo aceptarán, aunque sea un chapucero sin palabra, porque no les queda otra.

***

Todos saben que Alejandro Moreno es tóxico y que en cualquier momento va a traicionar a quien tenga que traicionar, porque es un chapucero y los chapuceros traicionan. PAN y PRI llevan décadas viéndose a escondidas y es cierto que en 2021, gracias a los buenos oficios de Claudio X. González y Gustavo de Hoyos, se abrazaron públicamente y por escrito, pero eso no significa nada para el presidente nacional del PRI porque lo que se juega es su propia libertad.

También es cierto que los panistas han caído en la trampa de “Alito” de manera casi ingenua. Abrazarlo y decirle que si lo tocan también los tocan a ellos es bochornoso, indecoroso, aún cuando, como sabemos, PAN y PRI unieron sus destinos a escondidas desde Carlos Salinas de Gortari hasta nuestros días. Alejandro Moreno es una bomba de tiempo que en algún momento estallará: o perderá la presidencia del PRI, o lo desaforarán, o terminará su periodo como Diputado, o lo que sea. Es un muerto viviente. Pero lo necesitan.

Morena necesita a “Alito” para pasar la reforma de la Guardia Nacional; PAN y PRD lo necesitan para 2023 e incluso para 2024. Y él lo sabe bien y hace sus cálculos y estira la cuerda para obtener favores de unos y de otros. Sin embargo, no tiene comprada totalmente su tranquilidad, al menos no en el mediano plazo. Advierto que la única manera de someterlo tendrá que ser desde adentro: que sufra una verdadera rebelión al interior de su partido y deponerlo, obligarlo a que adelante elecciones. Tampoco allí está fácil. El dirigente priista logró reformas partidarias para que todos los nombramientos salgan de él: entonces cada que se renueva una dirigencia estatal, entran sus incondicionales.

La oposición pasaba de por sí por una crisis inédita, histórica. Y ahora con Alejandro Moreno en la ecuación se ahonda aún más su desprestigio ante el electorado. Eran pocos y parió la abuela, pues.

A su vez, Morena y la 4T viven una racha ganadora. Pero cuidado. Todo lo que Alejandro Moreno toca, se mancha. Cuidado con negociar con él, porque muchos votaron por la izquierda cansados de los políticos tóxicos y de los acuerdos oscuros, donde la gente pierde y ganan la indecencia y la corrupción. Cuidado.

El PAN no era Cenicienta cuando le ofreció el cuello a Drácula. Y está pagando las consecuencias. Morena tampoco es Cenicienta y debe aprender del cuello de sus vecinos. Hay un alto costo en acercarse a “Alito”, un chapucero conocido; hay un alto costo en acercarse al PRI, partido podrido del alma. Cuidado.

Antes de llevar a “Alito” a una cena familiar y presumirlo en público, los morenistas tienen que verse en el retrato de PAN y PRD, que lloran desconsolados al macho tóxico que los usa y que tendrá el descaro de querer volver, apenas los necesite, y tendrán que aceptarlo de vuelta.

@paezvarela