Fútbol, política y elecciones

Fútbol, política y elecciones
Jesús Olmos
Máscaras

Máscaras escribe Jesús Olmos

La máxima figura del fútbol en esos tiempos, era aquel rebelde jugador que muchos conocían como “El Emperador”.

Llegaba a cualquier cancha y su sola presencia asustaba a los rivales, era un mediocampista de las mejores condiciones jamás vistas, buen toque, excelente drible y una gran definición.

Llegó al equipo de la ciudad más importante del estado y lo convirtió en una completa Máquina. En la primera temporada llegaron a la Liguilla después de mucho tiempo y en su segundo semestre acabarían en semifinales. Aquello revivió a la afición y reavivó la identidad de la gente para con su equipo.

Después del “Emperador”, llegaron “El Killer”, “El Ratón”, “El Manotas” y otros jugadores que, sin mucho nombre, empezaban a dar resultados.

El empresario dueño del equipo decidió que era buen momento para sacarle el mayor jugo posible a su inversión en el equipo y se alió con un grupo de políticos.

Fue entonces que el equipo, cuya playera tenía vivos en blanco se pintaba por completo con el color rojo del partido en el poder.

Comenzaron entonces a hacer dinámicas que se salían del contexto de lo deportivo. Cuando había eventos políticos de sus enemigos azules o de los rijosos amarillos, los jugadores hacían activaciones en puntos cercanos para captar la atención de los aficionados y meterle el pie a los adversarios del partido dominante.

Entonces llegó una inversión millonaria. El jefe político había ordenado remodelar el estadio.

Se le dieron millones a la directiva y se planteó un proyecto en el que el recinto sería techado, convertido en un espacio de primer mundo, lo propondrían para albergar las siguientes finales y quizás, como un sueño lejano, se ocuparía para albergar algún partido del mundial.

Se tomaron la foto con la plantilla completa, todos con cascos de construcción y hasta una bandera que decía “llegará lo mejor”.

El día de las elecciones para renovar la gubernatura citaron a la plantilla, los dividieron en 10 equipos de 3 o 4 jugadores y los mandaron a algunos parques de la ciudad a regalar playeras, convivir con la afición y hacerlos pasar un día inolvidable junto a sus ídolos.

La finalidad era distraer, quitar votantes de las casillas, que la gente no fuera a votar en aquellos puntos donde el candidato podía perder y con ello beneficiar al partido todopoderoso.

El favor sería pagado, aquel dinero que se había destinado para remodelar el estadio desapareció y solo se le dio una mano de pintura. La investigación sobre los recursos se enterraría y de aquello no se volvería a hablar nunca.

Hoy en día, los que usaron a aquel legendario equipo de fútbol para sus embrollos electorales están aliados con los que buscaron bloquear. Hoy en día se reúnen en el Senado y la Cámara de Diputados para gritar a los cuatro vientos que hay elección de estado, pero muchos sabemos que se hacen de la vista con las cosas tan bochornosas que llegaron a hacer en el pasado.

 

@Olmosarcos_